La esperanza de una solución negociada del contencioso nuclear con Irán se vio mermada ayer con las últimas revelaciones de la AIEA, que confirman que Teherán sigue adelante con su polémico programa de enriquecimiento de uranio en contra de los exigido por la comunidad internacional. Justo el pasado martes, cuando el responsable de la diplomacia europea, Javier Solana, presentaba en Teherán el propuesta internacional de incentivos comerciales y nucleares para convencer al Gobierno persa de que suspenda la producción de uranio enriquecido, técnicos iraníes iniciaron una nueva etapa en ese proceso.
Irán «introdujo uranio en gas (UF6) el día 6 en una cascada de 164 centrifugadoras» en la planta piloto de enriquecimiento de uranio en Natanz, señala un informe confidencial emitido en Viena por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
Irán «introdujo uranio en gas (UF6) el 6 de junio en una cascada de 164 centrifugadoras» en la planta piloto de enriquecimiento de uranio en Natanz, señala un informe confidencial emitido en Viena por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
Interrupción
La interrupción de esos trabajos, especialmente sensibles por el doble uso -militar y civil- del uranio enriquecido, es la condición impuesta a la república islámica por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, más Alemania, para volver a la mesa de negociaciones.
Para poder producir uranio enriquecido a gran escala se requieren miles de centrifugadoras, pero con las pruebas que está realizando, Irán adquiere importantes conocimientos para dominar por completo el llamado ciclo del combustible nuclear. El recelo de la comunidad internacional proviene del hecho que Teherán ocultó durante dieciocho años parte de su programa nuclear a la AIEA y con ello violó el Tratado de No Proliferación de armas nucleares. Suspender la producción de uranio enriquecido sería una importante medida de creación de confianza para poder volver a la vía diplomática.