Domingo 4 de junio. Amanece temprano en la estación de Renfe de Jerez para un grupo de padres y madres de alumnos del colegio de La Ina, la directora del mismo, María Luisa Múñoz, María Luisa Alvero, Paula (madre e hija de Toni) y la novia de José Antonio. En el andén de la estación, el mismo que una semana atrás fue testigo del inicio de una excursión de algunos alumnos de éste centro hacia Tarragona, esperaban con impaciencia, alegría, nerviosismo y emoción contenida la llegada del Talgo prodecente de Barcelona en el que vendrán sus hijos: risas, charlas, todo cabe en esa larga espera porque desde luego hoy nadie llega tarde. Ese día y a esa hora ya, sabiendo que estaban de vueltas, nadie habla del «miedo» que ha pasado y de lo poco que han dormido estos días pensando en ellos.
Seguro que a estas alturas del curso, este relato no les resulta ajeno, ya que muchos padres se han encontrado en ésta tesitura o se encontrarán muy pronto.
No es obligación de los maestros llevar a los alumnos de excursión y, menos aún, hacerse responsables de un grupo de al menos veinte adolescentes, en plena esfervescencia durante toda una semana, es más en algunos centros escolares hace tiempo que los profesores dejaron de responsabilizarse de esta actividad. Todo eso lo sabían José Antonio Corrales del Águila y Toni Granados cuando iniciaron esa excursión, a estos maestros, no les importó irse una semana con nuestros hijos coscientes de la responsabilidad que sobre ellos recaería. Pero como yo les decía en el colegío de La Ina hay «magia».
Seguro que estos maestros no van a ser noticia en ningún medio de comunicación por haber vuelto de éste viaje (seguro que ellos tampoco querían serlo). A pesar de sus valores, de su coraje, del entusiasmo que les permite disfrutar de su esfuerzo y conocer a sus «niños», no serán noticia. Ellos son la esperanza de ese futuro incierto que a esos niños les espera, y sin embargo no serán noticia.
Tengo la absoluta certeza de que en este viaje los niños retendrán muy poco sobre la historia de los monumentos que han visitado, de las salidas culturales que hayan podido realizar, de Gaudí, Dalí... pero seguro que José y Toni, con su particular pasión, han acercado a nuestros hijos a nuevas experiencias, revelaciones, sensaciones y misterios que difícilmente podrán olvidar. Les han enseñado con sus desvelos y atenciones momentos que guardarán en su memoría para el resto de sus vidas y con el tiempo ese aprendizaje dará sus frutos, y estos chavales devolverán a la sociedad de alguna manera lo que han recibido.
Muchas gracias a Toni y a José y a los que como ellos, cada día entregan lo mejor que tienen en sus respectivos trabajos y no son noticia.
Mónica Castellet Andrades. Jerez