Por suerte ciudades como Jerez, con la historia que arrastra a sus espaldas, tienen la posibilidad de disfrutar de iglesías y monumentos construidos en siglos pasados y cuya silueta en la ciudad se ha convertido en parte importante de la idiosincrasia de la misma. Por desgracia, muchos de estos templos se nos caen a pedazos. El último en pasar por el trance ha sido el de la iglesia de Santiago, cuyo arreglo podría costar 18 millones dee euros, es decir, la nada despreciable cifra de 3.000 millones de las antiguas pesetas. Así las cosas, Iglesia y administraciones deberían dejarse ver y que no sea otra vez pueblo, a través de plataformas y colectivos, el que termine sufragando en gran parte unos trabajos de tal categoría, como sucedió con San Mateo. Y si no, al tiempo.