En el siglo pasado, la transmisión de la fe empieza en la familia, que es el ambiente natural en que se crecía humanamente y en la que también se maduraba concepciones religiosas y formas de comportamiento. Y esto en la actualidad es muy deficiente, prácticamente no existe, la familia se ha debilitado mucho en su capacidad de dar hijos al mundo y educar. Por eso en este tiempo el reto principal de la Iglesia es la transmisión de la fe.
Por eso, en su naturaleza, identidad y misión, la Iglesia es y está para conservar y transmitir el depósito de la fe.
Esta transmisión de la fe es el gran objetivo y la gran preocupación del Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal, que bajo el título «Yo soy el Pan de vida» los obispos trazan un valiente diagnóstico de la actual situación religiosa de nuestro país y promueven distintas y necesarias iniciativas que revitalicen la tan apremiante transmisión de la fe, que antes había encontrado esta transmisión en la escuela, la parroquia y sobre todo la familia.
«La transmisión de la fe en la familia» es precisa y oportunamente el lema del V Encuentro Mundial de las Familias que tendrá lugar en Valencia del 1 al 9 de julio y que será clausurado por Benedicto XVI, pastor de nuestra Iglesia.
En estos contextos los obispos españoles hacían público el pasado mes de marzo su mensaje ante este V Encuentro. En él recordaban que desde la primera hora del cristianismo la familia ha aparecido como transmisora de la fe de los padres y como santuario de la vida y esperanza de la sociedad e institución básica e imprescindible para la transmisión de la fe.
Mientras se presentan otros mal llamados modelos familiares, mientras legislaciones favorecen la precariedad del vínculo matrimonial, las familias en esta hora necesitan redescubrir su propia y exclusiva identidad, basada en el hogar de amor abierto y destinado a la procreación y educación de los hijos. La familia necesita ser ella misma, reavivar sus raíces, fortalecer su naturaleza y misión y no acostumbrarse y dar por buenos otros «modos» de convivencia.
El afecto, la intercomunicación, la exigencia, la aceptación de las distintas funciones dentro de la familia, el aprecio y el respeto por la propia historia de la familia, la ayuda mutua, la comprensión, el saber valorar a cada uno por lo que es y no por lo que hace y tiene y la transmisión de los valores y de las creencias religiosas son las características esenciales de la familia como hogar insustituible del amor.
Por lo que respecta a la transmisión de la fe, ésta cimentada desde las realidades y aspectos que acabamos de reseñar, debe traducirse en actitudes y acciones como la toma de conciencia de esta irreemplazable misión -expresión de que los padres dan y transmiten lo mejor de sí mismos-, en el ejemplo coherente de los padres en la vivencia de las prácticas sacramentales -entre la que destaca la participación dominical en la Eucaristía-, en la oración enseñada y practicada desde el mismo seno familiar, en el compromiso por la educación religiosa de los hijos a través de la enseñanza religiosa escolar y de la catequesis, en la lectura y escucha en familia de la Palabra, en el anuncio explícito de Jesucristo, en la pertenencia y comunión eclesial y en el testimonio de la propia vida.
Para preparar y aprovechar esta venida del Papa Benedicto XVI, el equipo de Pastoral familiar está preparando una jornada de oración que se realizará d.m. el próximo día 15 en el Santuario de María Auxiliadora a las 21:00 h. Terminaremos esta jornada sobre 22.15 h. Te esperamos
Familia: sé tú misma, deja poso, avanza, educa y transmite la fe.