Poco después de terminar la obra, Vargas Llosa explicaba en París su necesidad de documentarse y vivir de cerca las evoluciones políticas y sociales, para «impregnar de realidad sus historias». En este sentido, recordaba que trabajó co-mo periodista en distintas etapas de su vida y continúa haciendo reportajes a pesar de ser un autor consagrado. «Es verdad -argumentaba- hice siempre periodismo, desde el colegio. Y no he dejado de hacerlo, porque mi idea del escritor no es la de una persona encerrada en un estudio y rodeada sólo de libros y de fantasmas». «El escritor que yo quiero ser -insistió- necesita tener un pie en la calle, en la historia que se va haciendo, en el mundo que va viviendo el resto de la gente».

Para Vargas Llosa, el periodismo es eso: un puente indispensable entre su trabajo de escritor y la vida que se va haciendo.

«El periodismo ha sido siempre para mí una fuente riquísima de experiencias sin las cuales yo no hubiera escrito por lo menos la mitad de mis novelas, incluyendo esta última», subrayó.