La nueva versión de La profecía también cuenta con su leyenda negra: 4.000 metros de película quemados obligaron a rodar de nuevo algunas escenas, Julia Stiles sufría pesadillas Hasta Mia Farrow (Los Ángeles, 1945), inolvidable protagonista de La semilla del diablo, admite que pasó «auténtico miedo» en su papel de niñera.

-Es su primera película después de mucho tiempo.

-Mis hijos ya han crecido. He podido rodar tres películas en dos años.

-¿Se han sorprendido sus hijos de que protagonice 'La profecía'?

-No se imagina lo que han subido mis acciones en la familia

-Usted da miedo en el filme.

-Sí, es cierto. Interpretar un personaje demoníaco es divertido. El director me dijo que quería a alguien con cara de ángel.

-¿Le molesta que muchos tengan esa idea angelical sobre usted?

-No me importa, es un cumplido. -Hubo un tiempo es que estuvo considerada como la madre del demonio.

-La semilla del diablo es una película muy importante en mi carrera, la mejor escuela de interpretación que he tenido. Estoy eternamente agradecida a Jane Fonda por haber rechazado el papel.

-Los adolescentes tienen un apetito insaciable por las películas de terror.

-Mis hijos no ven películas de miedo, soy muy estricta en eso. Nosotros no vemos televisión, pero sí algunas de mis películas antiguas.

-¿Les va a dejar ver 'La profecía'?

-No lo sé, debo verla yo primero. Pero me parece que no voy a poder evitarlo. Están en una edad en la que me exigen ir a los estrenos conmigo.

-¿Ser una ferviente católica le influyó a la hora de rodar la película?

-Espero practicar mi fe tal y como dice la Biblia. Creo que Dios tiene muchas caras, igual que los humanos tenemos una gran imaginación para inventar. He inculcado a mis hijos el respeto hacia todas las religiones, y espero que tengan la sabiduría para no herir nunca a nadie. La vida de Jesucristo fue ejemplar, llena de entendimiento, perdón y compasión.

-¿Ha perdonado a su ex marido Woody Allen?

-Al instante. No puedo llevar ese peso sobre mis espaldas, es demasiado para mí. Pero perdonar no depende sólo de nosotros.