Emoción, gran ambiente, tensión, muchas jugadas a balón parado. Ingredientes típicos de liguilla los que condimentaron el partido de ida entre el San Fernando y el Motril. Los azulinos viajaban a tierras granadinas con la obsesión de no encajar goles, pero se toparon con dos minutos fatídicos que dieron al traste con los planes de Juan Antonio. Un gol de Nico en el 58 y la posterior expulsión de Garcés complicaron el pase al cuadro isleño, que ahora confía en darle la vuelta a la eliminatoria en su feudo de Bahía Sur para seguir soñando con el anhelado ascenso a Segunda División B.

En la primera parte los dos contendientes salieron con mucha tensión, respetándose, y las ocasiones claras no terminaban de cristalizar. Lo más peligroso fue una acción en el minuto 28 de David Navarro, que realizó una jugada personal por la banda derecha, pero su pase de la muerte a Raúl Silveira no lo aprovecha el talaverano para adelantar a los isleños. Antes Edu Rogerio había avisado con un disparo fuerte desde lejos, pero salió desviado. El Motril, mientras tanto, estuvo a verlas venir, preso de los nervios, pero apoyado por una fiel afición que acudió a la llamada de su directiva.

En la segunda parte los primeros compases fueron frenéticos. Pinino metió el susto a los gaditanos con un disparo desde la frontal del área en el 48, Víctor García respondía con otra clara ocasión y los locales contrarrestaban a balón parado. Los minutos fatídicos estaban a punto de aparecer. Tras un córner en el que Montero no acierta con la portería, pero sí con el poste, la contra la da el Motril con un disparo alto de Juanlu. Y aparece el único gol del partido. Triangulación entre Jonathan Rey, Sergio Gil y Nico, que bate de tiro cruzado a Wilfred. El San Fernando encajaba un tanto, la gran preocupación de Juan Antonio durante toda la semana. Pero lo peor aún estaba por llegar. Instantes después, Garcés, todavía caliente por el tanto encajado, realiza una entrada a destiempo en el centro del campo y el árbitro sin pensárselo dos veces le manda a los vestuarios. Se desarbolan los planes. Juan Antonio debe decidir si arriesga o se conforma con el uno a cero para no salir goleada y apuesta por sacar a Iván.

A partir de entonces, el Motril se dedica a jugar al contraataque ante el insistente ataque del San Fernando, siempre voluntarioso. No llegó el premio, pero la afición isleña confía en darle la vuelta, despidiéndose de los jugadores al grito de Vamos a reventar Bahía Sur.