En más de una ocasión se ha comentado el tema en esta misma columna -y no sólo en las firmadas por la que suscribe-. Pero, aún a riesgo de repetirme, he de hacerlo, porque este asunto que me parece indignante. Mi reivindicación es clara: queremos que vuelva la golfa. Y que lo haga todos los días, o mejor dicho, todas las noches, para que podamos disfrutar cuando queramos y no sólo durante los fines de semana.

A estas alturas, supongo -y espero- que habrán advertido que me refiero a la sesión golfa del cine, llamada popularmente así porque empieza a partir de la medianoche y que, para quienes salimos de trabajar tarde, supone prácticamente la única posibilidad de disfrutar de este arte tan maltratado no sólo en la ciudad, sino en toda la provincia.

¿Saben lo difícil que nos está resultando a los freakies del trabajo quedar para ver todos juntos X-Men III? Y tenemos miedo, porque las películas duran menos en pantalla que un dulce a la puerta de un colegio. Sobre todo las buenas y sin que importe si pueden ser taquilleras, como ocurrió, por ejemplo, con Good night, good luck, de nuestro amado George Clooney. Por no hablar de la fugacidad de las cintas españolas. Ni el Correcaminos, oiga. A las salas no les resulta rentable permanecer abiertas para el relativamente escaso público que acude al cine a última hora de la noche, pero dada la rapidez con la que eliminan las películas, podrían estirarse un poco. Y si no, que no se quejen de la piratería en Internet. ¿Si no nos dejan otra opción!