Vinoble? Pero, ¿qué narices me importa a mí Vinoble? Muchos de los que van por la calle y ven todo el jaleo que se ha montado en el Alcázar tienen este diálogo mirando con recelo a la tribu que se ha congregado durante cuatro días en Jerez para admirar algunos de los mejores vinos generosos del Marco.

Sin embargo, este acontecimiento internacional que en cada edición da un salto de calidad y en volumen de negocio tiene muchos más beneficios en la ciudad de lo que nos pensamos, aunque sólo sea por el hecho de que el nombre de Jerez viajará por todo el mundo a través de las crónicas de los cientos de periodistas acreditados para el evento. Ayer mismo algunos productores de Sudáfrica me comentaban que se habían enamorado de la ciudad y que en las próximas vacaciones regresarán por estas tierras.

Eso sin mencionar que los hoteles están llenos y también los restaurantes en los que todos, y digo todos los ciudadanos de Jerez, pueden disfrutar de menús en los que los vinos de Jerez tienen un gran protagonismo. Porque, como dicen en las bodegas, los primeros enamorados del vino deben ser sus paisanos, para así poder deleitar al turismo y para que cada vez estén más presentes en la mesa.

Hoteles llenos, restaurantes en los que no se pueden hacer reservas, promoción del nombre de Jerez, posibilidades de negocio para una de las industrias más importantes de la ciudad de la que aún viven muchísimas personas...

¿Qué no les interesa Vinoble? Sólo puedo decir que hay que ser menos cortos de vista, ya que si no seguiremos tratando de cazar dinosaurios con tirachinas.