Mónica Padilla, gaditana de 31 años, es profesora de diseño gráfico en Jerez, pero tiene una pasión que le puede. Desde hace tres años participa en la experiencia popular del Coro del Teatro Villamarta, abierto a «aficionados» que, no obstante, tienen que hacer un esfuerzo verdaderamente profesional: ensayan dos veces a la semana, después del trabajo, y estudian «de memoria» cada ópera en la que quieren participar, para que luego un tribunal les evalúe. Empezó como figurante en Na-bucco, por pura casualidad: «Ví-vía cerca del Villamarta, iba con frecuencia a la misma cafetería que el personal del teatro y un día me ofrecieron hacer figuración, porque no tenían a nadie». De ahí, hizo las pruebas para el coro de Rigoletto, pasó la escala y «ya no he parado». Lo mejor, «ver cómo se construye la obra, desde dentro, conocer a mucha gente con tu misma afición, y acercarte a los solistas y a las divas, que son más accesivels de lo que parecen».