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Martes, 30 de mayo de 2006
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Jerez, ciudad sin ley
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Comienzo esta columna realizando dos precisiones que me parecen de absoluta justicia. La primera es que, con estas líneas, muestro mi más profunda admiración y respeto hacia los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado: Policía Nacional, Local, Guardia Civil e, incluso en lo que les concierne, al propio Ejercito, aún a pesar de que nuestro presidente del Gobierno no tuviera un ratito el domingo para venir hasta Sevilla, y participar en los actos conmemorativos del Día de las Fuerzas Armadas. Supongo que ello le habría impedido seguir por televisión la fenomenal carrera de Fernando Alonso en Mónaco y, comprenderán ustedes, que prioridades son prioridades. La segunda es que, cuando titulo la columna como: «Jerez, ciudad sin Ley» no hablo de delincuencia organizada -asaltos a chalés aparte-, ni de mafias de altos vuelos o grandes y sofisticadas redes de tráfico de estupefacientes. Simplemente me refiero a esa otra delincuencia, menos letal en sus acciones, pero más molesta en sus contenidos y, entre ellos, a título enunciativo, incluyo el elevado volumen de equipos musicales de automóviles estacionados en zonas de botellón; nonainos que a toda velocidad e impunemente circulan en sus scooters por zonas peatonales despreciando, no sólo su propia vida -que la verdad me importa un -, sino, y ello si me preocupa, la de los pequeños que juegan en las mismas; bronquistas profesionales que aprovechan cualquier acto para liarla, da igual que sea Semana Santa o Reyes y, también, moteros sordos, a los que les encanta circular a escape libre, especialmente a altas horas de la madrugada. Coincidirán conmigo en que es un tipo de delincuencia poco peligrosa, aunque terriblemente molesta y -lo que más me inquieta-, de difícil solución. Quizás haría falta un agente de Policía en cada esquina, como fórmula para evitar ese tipo de actos que rayan lo vandálico. Pero pensándolo bien, tampoco creo que la solución pase por un espectacular aumento de las plantillas, pues la Policía -con cuyos miembros comparto muchas mañanas de trabajo-, aunque se queje de no contar con más medios personales y materiales; me consta que lo que más echan de menos es carecer de los mecanismos legales necesarios para hacer frente, mediante duras sanciones, a todos aquellos que quebrantan la convivencia ciudadana.

Y llegados a este punto estoy en condiciones de afirmar que el Ayuntamiento tiene mucho que decir sobre el tema, y permítanme varios ejemplos. Barcelona, cara al inminente campeonato de motociclismo a celebrar en Montmeló, ha dictado una Ordenanza Municipal que permite a la Policía sancionar con fuertes multas, incluso incautando el vehículo de aquellos moteros que superen el nivel normal de decibelios. Algeciras, cuya Feria se celebrará en breve, ya ha anunciado tolerancia cero con las peleas en el Recinto Ferial. De hecho, el citado Consistorio avisó a los caseteros que cerrará sus casetas en caso de que se registren altercados, tanto dentro como fuera de las mismas. Y otras dos poblaciones de distinto signo político como Barbate o Sanlúcar de Barrameda emitieron sendas ordenanzas que prohíben la circulación de los quads en todo el casco urbano. Si son vehículos agrícolas, es por el campo por donde deben circular. Pero en Jerez las cosas son muy distintas. Parece que a nuestros políticos les da cierto temor legislar en beneficio del ciudadano, optando por tener manga ancha respecto al que nos impide el descanso, al que pone en peligro a nuestros hijos, o al que simplemente molesta por el placer de joder. Por ceñirme a mis anteriores ejemplos, cada año llega el mundial de motos con uno de sus grandes divertimentos: «quemar rueda» y el insoportable ruido que ello supone. El Ayuntamiento no sólo es permisivo, sino que se limita a recordarnos que, al fin y al cabo, sólo son dos días al año. Llega la Feria y no hay sanción para las casetas en que se producen altercados. Por el contrario, se opta por dispersarlas por el Real, extendiendo el problema a todo el recinto; y en cuanto a quads y mini-motos, qué quieren que les diga. En Jerez pasean a sus anchas por donde les place. Da igual ir por la acera, en dirección prohibida, por zonas peatonales o jardines. Nunca hay nadie que los sancione por tales ilícitas conductas.

Comprendo que los políticos locales pueden esgrimir en su defensa que determinadas materias escapan a su control por exigir una normativa estatal o autonómica. Sin embargo, no negarán que muchas materias son simple y pura competencia municipal y, dado que cada vez queda menos para que se produzcan nuevas elecciones, por favor, incluyan estas medidas en sus programas electorales, y cuando ostenten el poder, no olviden aplicarlas. Se lo agradeceré de todo corazón.



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