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Martes, 30 de mayo de 2006
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We refuse to be enemies». Y perdón por utilizar un idioma extranjero. Quiere decir algo así como «nos negamos a ser enemigos». Es el lema que portaba una mujer durante una concentración en Estados Unidos contra la guerra de Irak, contra todas las guerras. Porque la guerra de Irak aún dura. La gente, como usted, muere, mejor dicho es asesinada.

Mujeres de Negro es una red internacional de mujeres comprometidas en la lucha por la paz, el antimilitarismo y contra cualquier forma de violencia. El miércoles pasado ofrecieron en Jerez una auténtica lección de dignidad. Para conmemorar el Día Internacional de la Paz y el Desarme se concentraron en una calle del centro y allí mantuvieron un ayuno de siete horas a la vista de todos. Vestidas de negro, como corresponde a un mundo que está permanentemente de luto. Y en silencio. Un puñado de valientes. Un oasis de valor en medio de la cobardía generalizada. Las únicas que se atreven a señalar con el dedo, a gritar que el emperador está desnudo, como todo el mundo puede ver, si quiere ver. Jerez es, junto a Sevilla, uno de los lugares donde Mujeres de Negro tiene una presencia estable, pero, a pesar de su coraje e innegable vocación cívica, estas mujeres carecen de un espacio donde reunirse. Tome nota quien deba hacerlo.

La red nace en su forma actual en 1988 en Israel. Mujeres judías y palestinas expresaban su rechazo a la ocupación militar y los atentados con concentraciones silenciosas vestidas de negro. Casi 20 años después tienen que seguir concentrándose. Aguantan todo tipo de provocaciones y ataques, y no responden con la violencia. Una lección. Poco a poco el movimiento se extendió a otros países. Las mujeres yugoslavas (Zene u Crnom) dieron todo un ejemplo de resistencia durante las sucesivas guerras que deshicieron la antigua Yugoslavia, y lo lograron en parte gracias al apoyo de sus compañeras españolas e italianas (Donne in Nero). No debía ser fácil manifestarse contra la violencia nacionalista y los bombardeos de la OTAN. Pero se negaron a ser enemigas de nadie.

Desde entonces la red se amplia. Desde Londres a Bangalore, India. De Jerez a Johanesburgo, Suráfrica. Cada grupo decide la mejor forma de actuación, no hay directrices ni mandatos. Una de sus actividades consiste en visitar zonas en conflicto y hacerse visibles allí, desafiando la falsa autoridad de las armas con la fuerza de su presencia.

El día después de la concentración de Mujeres de Negro en la calle Lancería, la periodista (un poco de corporativismo) Mercedes Gallego bajó (perdón Virginia) a su Jerez desde la trinchera de Nueva York donde habitualmente trabaja para contar su experiencia como reportera de guerra incrustada en una unidad de marines estadounidenses durante la reciente invasión de Irak y la posterior guerra de conquista. Para aquellos que no escucharon su testimonio, recomendar su libro Más allá de la batalla. No conviene silenciar lo obvio, negarse a ver como asesinatos lo que son asesinatos, llamar pillaje al pillaje. Y dejarse de eufemismos bélicos que quedan muy bien en las portadas de los periódicos, pero son mentira.

Ahí están los ejemplos. La gente buena. Las mujeres que enseñan otras formas que hagan posible este difícil ejercicio de la convivencia. Las personas imprescindibles.



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