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Martes, 30 de mayo de 2006
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Coches y euros
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Hace algo más de seis meses que dispongo de coche propio. No es que me lo haya comprado yo, ya me gustaría. Dejémoslo en que ha sido una cesión familar. Acostumbrada a ir andando a todas partes o en autobús (o haciendo uso de la paciencia de mi padre), he comprobado que es cierto: el coche te da independencia y mucha movilidad. Y más con este trabajo, que cuando menos te lo esperas hay que salir corriendo detrás de la noticia, como suele decirse.

Me gusta mucho mi coche. Tiene ya sus añitos y sus goteras pero es estupendo para una principiante como yo que tiene que apañárselas como puede aparcando en el centro de Jerez todos los días. Más de un conocido me ha visto dándole vueltas a la dirección resistida de mi volante intentando encajar el Escort en la plaza Aladro sin conseguirlo. Pero bueno, así me duelen menos los arañazos que si fuera nuevo. Ojo, que conste que todavía no le he hecho ninguno.

Tener un coche significa gastar dinero, todos lo sabemos. Unos tres eurillos diarios de mi bolsillo se tragan mis odiados parquímetros. Es para lo único para lo que abro la cartera cada día. La semana pasada tuve que dejarlo en el taller convaleciente, el pobre, con un sonido que ni el Fórmula 1 de Fernando Alonso. A todos nos llegan los achaques. Fue un rápido y buen pellizco a mi sueldo, pero ya tiene tubo de escape nuevo. Se acabó Alonso. El otro día me dí cuenta de que ya estamos casi en junio y que con él también llegan dos cosas: el impuesto de circulación y la consabida revisión de la ITV. Paciencia y euros.



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