-¿Por qué te llaman 'el fili'?
-Fue durante el servicio militar, en un desfile. Mi capitán de instrucción me dijo que era un filigranas desfilando y ya el resto de soldados empezaron a llamarme así hasta que se quedó en fili. Recuerdo que mi padre fue a verme al cuartel porque caí enfermo y preguntaba por mi nombre y no me encontraban, se asustó, pero después le dijeron que allí me conocían por el apodo y no por mi verdadero nombre.
-¿Desde cuándo te dedicas a la hostelería?
-Empecé hace 27 años con Paco Ripalda. Primero en su bar y después haciendo servicio de catering. De ahí pasé a la cafetería Big Ben, en la calle Algarve, ahora creo que se llama la Zarzamora. Un sitio donde conocí a mucha gente. Repartía desayunos a 110 tiendas de los alrededores junto a Juan Cintado García, Juanito el de la Venencia, gran profesional y mejor amigo.
-¿Cuándo te decidiste por ser empresario?
-Hace unos tres años. Desde entonces regento La Porvera de Fili.
-¿Y por qué?
-Por la insistencia de muchos amigos y clientes de donde trabajaba antes. Fue mucha la gente la que me animó para la aventura de ser empresario y aquí estoy.
-¿Y hay alguna diferencia entre ser camarero y empresario?
-Sí, por supuesto. Se trabaja de manera distinta, porque lo haces para ti y tu familia. Yo estoy muy contento y feliz con mi profesión, por la cual me desvivo, y es que me gusta mucho el contacto directo con las personas. En esta calle las horas se hacen cortas, pero después se notan en el cuerpo cuando has cerrado la puerta.
-¿Cómo es tu clientela?
-Amena y cordial, que sabe lo que quiere. Y yo intento no defraudarla.
-¿Cuál es el futuro de tu negocio?
-Mi objetivo es ampliarlo e intentar dar algún puesto de trabajo, cosa difícil pero no imposible.