-¿Cuánto tiempo lleva al frente de su tienda de animales?

-Llevo cuarenta años en este negocio. Antes tenía otro local en la calle Carmen, que se llamaba El Zooloco y hace unos siete años que me instalé en la calle Évora. Monté este negocio cuando dejé de trabajar en la bodega, no lo heredé de mi familia.

-Los animales no dan tiempo para vacaciones, ¿tiene mucho trabajo regentar una tienda de animales como ésta?

-Claro que sí, no podemos dejarlos aquí sin más. En verano, cuando yo me tengo que ir unos días o me cojo vacaciones, se queda un hijo mío al cargo de la tienda. Siempre hay que estar pendientes de que no les falte agua ni comida y que la jaula esté bien limpia. Es fundamental.

-Seguro que tiene miles de anécdotas que contar después de tanto tiempo en una tienda de animales

-Claro que sí. Por ejemplo, tengo el caso de una ardilla de corea que ha estado perdida por la tienda desde el mes de octubre y el otro día la ví. Le puse una trampa y ya está de nuevo en su jaula. Son muy difíciles de cazar. También me dejaron el otro día un loro en la puerta de la tienda.

-¿Se siguen comprando muchos animales por capricho?

-Muchos. Llevo mucho tiempo en este negocio y cuando veo que alguien no va a cuidar al animal como se merece, intento no vendérselo.

-¿Qué piensa de la creecia de que los peces dan mala suerte en las casas?

-Eso no es verdad, ¿por qué un pez metido en su acuario va a dar mala suerte al dueño? No tienen culpa de nada, no influyen en la suerte de nadie. Pero desde luego, la gente lo cree. Aquí me han traído peces y loros porque creían que les daba mala suerte tenerlos en casa y me los han regalado.

-¿Qué es lo que más vende?

-Lo que más, pájaros y peces. Ahora se venden menos perros. Las aficiones cambian y ahora gustan los animales tropicales.