La prensa polaca, que ayer bautizó a Benedicto XVI como el Concreto, por sus críticas sin rodeos a algunos aspectos de la Iglesia nacional, reflejaba una interrogación general sobre el estado de la fe en el país. El principal diario, la Gazeta Wyborcza, publicó una encuesta en la que el 52% de la población se declara creyente; un 36% también, pero a su modo, y un 10%, aún diciéndose católico, no se siente vinculado a las autoridades religiosas. Sólo un 1% afirma ser ateo.

Es decir, Polonia sigue siendo el país más católico de Europa, pero aparecen fisuras. Según el Instituto Estadístico de la Iglesia, se pierden unos 400.000 fieles al año y, entre los jóvenes, el porcentaje de quienes se declaran profundamente creyentes ha bajado del 17% al 10%. El 48% de los polacos admite las relaciones sexuales sin matrimonio y nueve de diez usan preservativos. La nueva vida occidental y la emigración por la alta tasa de paro (18%, que entre los jóvenes es del 40%), son factores de cambio decisivos.