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Jueves, 25 de mayo de 2006
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¿Es Diraya lo que esperábamos?
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DIRAYA. Una de las estrellas del Servicio Andaluz de Salud. Más de 100 millones de euros. La centralización de la información sanitaria en una megabase de datos informática. Conexión por internet. La historia clínica única. Esto a priori suena bien, pero la realidad es que desde que se inició su implantación nos está causando muchos problemas de índole técnica, asistencial y ética, y hasta es causa de múltiples agresiones al personal de los centros sanitarios.

El sistema se cuelga y cae una y otra vez desde que comenzó a funcionar de forma más o menos generalizada hace año y medio. En todos los centros de salud tenemos a mano el cartel que dice que el sistema informático no funciona y no se puede dar cita. Pero además, cuando esto ocurre pasamos consulta «a ciegas», las historias clínicas están en esa megabase de datos a la que en ese momento no tenemos acceso, y uno de los requisitos imprescindibles para la continuidad de la atención sanitaria, la historia clínica, desaparece como por arte de magia.

Pero lo más sangrante es que se centraliza todo, todo. Para gestionar adecuadamente el sistema sanitario sólo necesitan datos estadísticos. Para que el traumatólogo atienda un esguince de rodilla no necesita conocer la mayoría de los datos de la historia clínica. Lo que nos cuentan nuestros pacientes en la intimidad de la consulta, los datos de salud que forman parte de la esfera más confidencial de nuestras vidas, vuelan todos raudos por la red hasta esa central a la que tenemos acceso con nuestra clave miles de profesionales. ¿Cómo podemos garantizar el secreto médico, un valor imprescindible para nuestra profesión? Los pacientes confían en su médico, no desean contar sus intimidades a todo el sistema sanitario.

Muchos somos, tanto profesionales de la medicina como pacientes, los que pensamos que no es necesario correr los riesgos que podrían derivarse del almacenaje de toda esta información, sobretodo cuando hay alternativas válidas que probablemente sean más económicas y más respetuosas con el derecho a la intimidad: bases de datos locales conectadas, desde dónde sólo se envíe la información pertinente y necesaria para la atención a un paciente o para la gestión. Y todos necesitamos que el sistema funcione correctamente.

El símil en la vida diaria es que queremos comprar una lavadora, en el mercado hay muchas pero queremos la mejor del mundo y la encargamos en exclusiva para nosotros. Nos cobran un dineral y nos prometen que lava, seca y plancha, es tan buena que hasta gana premios. Y cuando la ponemos en marcha deja el lavado a medias, por supuesto no llega a secar y planchar aunque en teoría pudiera hacerlo, y otras veces simplemente ni empieza a lavar o incluso rompe la ropa. Está todo el día en el servicio técnico. Es obvio lo que haríamos con la lavadora cualquiera de nosotros.

María del Carmen González. Málaga



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