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Jueves, 25 de mayo de 2006
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La semana más negra desde la caída de los talibanes se cobra 350 vidas en Afganistán
Los terroristas controlan las tres conflictivas provincias del sur, fronterizas con Pakistán
La semana más negra desde la caída de los talibanes se cobra 350 vidas en Afganistán
Un soldado británico apunta a unos chicos afganos. / REUTERS
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Unas 350 personas, entre insurgentes, civiles, agentes afganos y soldados extranjeros han muerto en los últimos ocho días en Afganistán durante la peor ola de violencia vivida desde la caída del régimen talibán a finales de 2001. Sesenta terroristas y cuatro policías perdieron la vida ayer en un combate en Uruzgan, donde aviones de Estados Unidos lanzaron ataques aéreos en apoyo de las fuerzas en tierra, según explicó el general Rahmatullah Raufi, encargado de las operaciones en el sur del país asiático.

En lo que va de año, la cifra de fallecidos por incidentes supera ya los 850, la mayoría en las tres conflictivas provincias del sur: Uruzgan, Helmand y Kandahar, cuna de los rebeldes ultraintegristas que gobernaron Afganistán hasta ser derrocados por la intervención militar liderada por Washington.

El lunes el mando militar estadounidense informó de que ochenta talibanes fueron abatidos en un ataque aéreo sobre el pueblo de Azizi, en Kandahar, mientras responsables del Gobierno de esa provincia indicaron que el bombardeo mató también al menos a dieciséis civiles, entre ellos varios niños.

Otras fuentes, como la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán, elevan la cifra de civiles fallecidos en Azizi hasta un mínimo de treinta.

El presidente afgano, Hamed Karzai, ha ordenado abrir una investigación sobre lo sucedido en ese ataque aéreo y se reunirá próximamente con el comandante de las fuerzas de la coalición militar liderada por EE UU para tratar el asunto. Karzai se mostró «preocupado» por la decisión de las fuerzas norteamericanas de bombardear un área civil, aunque condenó la cobardía de los terroristas al ocultarse.

Ayer el coronel Tom Collins, portavoz de las fuerzas norteamericanas, lamentó la muerte de civiles en la operación, si bien defendió la decisión tomada. «Nunca quisimos que pasase esto», indicó el militar, quien aseguró que la aviación desconocía que hubiese civiles en los blancos.

Fin del invierno

Collins admitió que en los últimos meses «los talibanes han incrementado su fuerza en zonas como Kandahar, Helmand y Uzuzgan», y dijo que «por eso vamos detrás de ellos». Una de las causas es el fin del invierno, por lo que los talibanes pueden actuar a sus anchas en las provincias del sur, adonde llegan tropas extranjeras de la OTAN para tomar el relevo de los americanos.

En Afganistán hay unos 30.000 soldados extranjeros, de los cuales unos 20.000 son tropas estadounidenses que participan en la operación antiterrorista Libertad Duradera y el resto pertenecen a la OTAN. Las fuerzas británicas se asientan en Helmand, mientras los canadienses se encargan de Kandahar, donde este año ya han perdido a nueve efectivos en distintos atentados.

Ayer un avión de carga Hércules C-130 en el que viajaba el nuevo embajador de Reino Unido en Afganistán, Stephen Evans, se incendió cuando aterrizaba en el aeropuerto de Helmand, pero ninguno de sus ocupantes resultó herido.



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