La actriz sueca Britt Ekland lleva muy bien sus 63 años, su carrera artística y su osteoporosis . Tuvo la suerte, enfatiza, de ser diagnosticada pronto, cuando su pérdida de masa ósea elevaba silenciosamente el riesgo de fractura, y de recibir a tiempo el adecuado tratamiento preventivo. Por eso acudió al lanzamiento en Viena de la campaña de la FIO a favor del cumplimiento terapéutico, a la que sumó un consejo nacido de su propia experiencia: «Aunque no notes nada ni te sientas mejor, sigue el tratamiento. Así evitas el riesgo de fractura y de discapacidad, que es una experiencia terrible». Ekland, que se hizo famosa como chica Bond junto a Roger Moore en El hombre de la pistola de oro, sabe de qué habla. Por una parte, tiene claro el origen de su osteoporosis : la típica dieta yoyó de tantas actrices que adelgazan antes de un papel cinematográfico y que, entre película y película, se permiten ganar unos kilos antes de someterse a otro régimen. Por otro lado, sufrió sendas fracturas en la muñeca derecha y el tobillo -que habrían sido mucho peores de no estar ya bajo control médico- al caerse aparatosamente en una entrega de premios, lo que la ató a la escayola, las muletas y la silla de ruedas y la hizo depender de la ayuda de otros. Toda una bofetada emocional para una mujer tan activa como ella.