Esta ha sido una más, sin ninguna diferencia a la de otros años. Siempre pasa lo mismo y es que muchas veces se acusa a nuestro pueblo andaluz de inculto, de apático y de conformista. No sé si será verdad pero hay veces que todo indica positivamente que así lo es, aunque como andaluza me duela.
Somos apáticos porque siempre esperamos que venga alguien de fuera a arreglarnos nuestro problemas y pase lo que pase no nos manifestamos, cierren lo que cierren y ocurra lo que ocurra.
Por tanto, nos convertimos en conformistas. Un amigo mío dice que nada dura para siempre; yo y pensando en los andaluces y Andalucía algunas veces pienso que sí, que esta situación durará para siempre.
¿Cuántas veces nos tienen que decir que los libros serán gratis, qué nos devolverán íntegra la deuda histórica, qué ya hemos pasado la tercera modernización y más cosas que me dejo en el tintero?
Y cada cuatro años nos las creemos; bueno en el fondo no, pero miramos parea otro lado, nos recostamos en el sopor del confort sin importarnos el futuro de nuestra tierra y nuestro pueblo. Otra vez apáticos y conformistas.
Sólo nos movemos cuando ocurre algo trascendente con nuestras fiestas y el fútbol, con lo que pienso que realmente es posible que además también seamos incultos.
Siempre he defendido que nuestra patria, la andaluza -porque tenemos un padre de la patria andaluza y así lo pone en nuestro actual estatuto de autonomía, o sea que de nación nada, algo más, somos patria-, como decía, siempre he defendido que somos un pueblo culto, debido al maravilloso pasado que tenemos, pero como todas las primaveras, una de las pruebas más palpables de nuestra incultura se manifiesta por todas las calles de mi Andalucía.
Existe un verso de Manuel Machado llamado La saeta, que nuestro gran poeta escribió en contra de los pasos procedentes y que después Joan Manuel Serrat inmortalizó en una canción de gran éxito. A lo que voy, Machado criticaba a este pueblo andaluz «que todas las primaveras buscaba una escalera para subir a la cruz» y en su última rima decía «¿No puedo cantar, ni quiero, a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar!», declarando así su postura contraria al significado de las procesiones de Semana Santa, sin embargo todas las primaveras vemos como nuestras bandas de música interpretan la música de Serrat detrás de los pasos.
Es seguro que Manuel Machado en su sepultura francesa debe estar revolviéndose ante tal ataque de incultura por nuestra parte. Si él levantara la cabeza.
Esta primavera se repitió el espectáculo, un maravilloso Cristo de los Gitanos, recogiéndose en su templo tras la interpretación de la famosa «saeta» y detrás un terrateniente llorando a moco partido no se sabe muy bien por qué. Y el pueblo andaluz que aplaude la sensibilidad de alguien que representa todo el subdesarrollo, pobreza e incultura que nuestra Andalucía tuvo que sufrir. Yo lo que ya os digo, mientras que no demostremos lo contrario: apáticos, conformistas e incultos.
Ángel Gómez. Puerto Real.