El viernes de Feria aterrizó con fuerza en el Real de Rota. Tras un jueves no menos intenso en el que los roteños se deleitaron con su primera toma de contacto con el rebujito y las sevillanas, el segundo día de Feria encandiló a los asistentes con un nuevo atractivo: el comienzo del ya tradicional concurso hípico.
Desde primeras horas del día caballos de la Yeguada Ayala de Sevilla, Índalo de Málaga y Can Maynou de Barcelona comenzaban a desfilar en la Escuela Hípca ante la mirada atenta de aficionados y curiosos que, acomodados en las gradas y ataviados con sus cámaras de video y fotos, no querían perderse detalle del acontecimiento.
El concurso morfológico había comenzado y con él se abría para muchas ganaderías de la zona la posibilidad de clasificarse para el Campeonato de España ANCCE, una gran oportunidad que incrementaba el interés de un certamen que va consolidándose con los años.
A lo largo de toda la mañana, jinetes y ganaderos preparon a sus corceles para una exhibición en la que sus giros se entrelazaban con los de sus compañeros sobre el albero de la pista. Tras más de cuatro horas de intensa actividad, el concurso fue interrumpido y los asistentes se acercaron hasta la Feria de Muestras, un pequeño y acogedor lugar donde aprovecharon para ampliar sus conocimientos sobre el mundo equino entre productos artesanales relacionados con la guarnicionería.
La sesión hípica se reanudó bien entrada la tarde con el comienzo del concurso funcional pero no fue hasta el anochecer cuando la escuela ecuestre empezó a registrar una afluencia de público cada vez mayor. Comenzaba el espectáculo nocturno y un concurrido auditorio se agolpó ante la pista para admirar las habilidades y cualidades de los galantes corceles.
Una actuación que sirvió de preludio para el famoso paseo de caballos que tendrá lugar hoy en las calles del Real.
Mientras, el recinto ferial vivía con intensidad otro de los certámenes más arraigados entre los roteños.
El concurso de sevillanas, organizado por el Consistorio, congregó ayer a familiares y amigos de los participantes que deseaban comprobar, con sus propios ojos, las habilidades de sus más allegados sobre el escenario.
Al son de las voces, palmas y guitarras del grupo rociero Blanca Salina, roteños y roteñas de distintas edades contonearon sus cuerpos con gracia y garbo mientras un jurado los observaba con detenimiento.Sonrisas y miradas cómplices se escapaban entre el público asistente, principalmente ante las actuaciones de las parejas de niñas menores de 7 años cuyos bailes rebosaron espontaneidad y frescura.
Concluida la primera sesión de este certamen, la caseta municipal se vació súbitamente. Había caído la noche. Algunos roteños y roteñas iniciaron su retorno al hogar mientras que otros muchos se preparaban para empezar a divertirse. Comenzaba el fin de semana para muchos jóvenes de distintos puntos de Andalucía que se acercaron hasta Rota para disfrutar de una intensa fiesta que no finalizaría hasta la mañana del día siguiente.