Un año más, la historia se repite. Veinticinco colegios de la ciudad, de los que catorce son concertados, han tenido que recurrir a la baremación para seleccionar a sus alumnos. Un año más, la Delegación de Educación respira tranquila. Ningún alumno se ha quedado sin escolarizar; es la consigna. Es cierto. Todos los niños tienen plaza. Pero un año más, conseguir plaza en un colegio concertado se ha convertido en una auténtica lotería. La realidad es incontestable. Algo ocurre en la enseñanza pública cuando los padres prefieren la docencia de un centro privado para sus hijos. Muchos han tenido que arredrarse a las circunstancias y la Junta no puede permanecer impasible ante un desconcierto que se repite todos los años. A esta situación de desconfianza, se agrega la falta de previsión en centros públicos desbordados por la demanda de plazas. No es excusa. Algo falla. Un año más.