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Sábado, 6 de mayo de 2006
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CULTURA
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El pregonero muestra todas las formas autóctonas de amar las palabras
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El acto de apertura de la XXI edición de la Feria del Libro de Cá-diz concentró tanta calidez, tanta emoción, que absorbió toda la energía que existía a su alrededor y dejó el Baluarte de la Candelaria gélido, inhóspito, a la espera de que hoy llegue el am-biente de visita, búsqueda y compras. El Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, presentó al pregonero como amigo y paisano, «desde la complicidad». Fue tal su «apología», su «panegírico», que se vio forzado a pronunciar una sola crítica pública al escritor: «Es obvio que tiene que adelgazar unos kilos».

Una vez presentado entre cariño y elogios, Juan José Téllez celebró un ritual de exaltación de la palabra que reunió algunas virtudes bíblicas y todas las canallas. Fue generoso, respetuoso, ameno, sorprendente y, sobre todo, agradecido con los que le aportaron, en mayor o menor dosis, el amor por la letra, impresa o dicha, que ahora vive y disfruta.

Desde su infancia en Algeciras, hasta su adulto idilio con Cádiz, el poeta y periodista repasó con mimo cada nombre que le regaló versos, cuentos, cantes o novelas. Desde la sabia abuela analfabeta de tantos andaluces hasta los autores aún tienen que cumplir los 35 años.

Oliver Twist, Moby Dick, Salgari, el Capitán Nemo, Dickens, Capitán Trueno, Concha Piquer, Los Beatles, Dylan, Juan Ramón Jiménez, Pemán, las putas de la calle San Juan, Bogart, Quiñones, sobre todo, Quiñones, Caballero Bonald, De Ory, Ramón Rivero, Rafael Marín, Ruiz To-rres, Rita Hayworth, Felipe Benítez Reyes, Ruibal, Benítez Ariza, Alejandro Luque, Mercedes Escolano, Jesús Maeso, Félix Bayón, Ilya Topper, Mané García Gil, Pepe Monforte, Aída Agraso, Antonio Burgos... todos esos nombres, repartidos en una decena de generaciones, fueron sólo algunos de los mencionados en un repaso por los que le han contagiado el apego a la letra desde una canción, una pantalla o una página. Se acordó incluso de los más jóvenes, los que están condenados a transmitirle más cariño por la palabra en un futuro inmediato. Sin discursos ni moralinas, se limitó a pedir a los presentes que «lean lo que puedan» y no se privó de lanzar puyas contra el dudoso talento de Pemán o proclamas republicanas, pegado a la alcaldesa Teófila Martínez, para recordar que la tricolor que llevaba en la solapa dista de ser un complemento de moda.

Pero el pregonero tenía la intención de mostrar su amor por la palabra de todas las formas posibles, con todas las posturas imaginables. En su particular exhibición de kamasutra literario, buscó huecos para el teatro (gracias a la colaboración de Paloma García), el flamenco (Carmen de la Jara) y el jazz (Pedro Cortejosa).

Estos tres artistas invitados irrumpieron entre las palabras de Téllez. Tres agradables sustos para el público que tenían la misión de reforzar su mensaje principal: la literatura, la magia transmisora de la palabra, está en el cante, la música de la «ocupada» Base de Rota, el Carnaval «que inventó versos albertianos que nunca se le ocurrieron a Rafael Alberti», en el escenario del Pay-Pay... incluso «en ese soporte tan extraño, el papel».

La pequeña sala de actos del Baluarte de la Candelaria se llenó a rebosar. A partir de hoy, le toca al resto del recinto.



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