Antecedentes de hecho: Fernando Santiago escribe en su columna semanal un artículo que «atropella» a los jerezanos. Se apropia de valores de Cádiz para ello. Ante la polvareda que se monta, pide disculpas en otro artículo más bien con la boca pequeña creyéndose que tiene el arte de mis admirados carnavaleros Manolito Santander, Ángel Subiela, el Yuyu, el Libi o el Love y lo rótula Una chirigota con clase, en alusión a las quejas, con clase eso sí, de los compañeros de la prensa de Jerez (con la Asociación de la Prensa al frente) que reclamaron una disculpa en toda regla. Además una disculpa de quien es el encargado en la Diputación de Cádiz de la imagen de la provincia en todo el mundo y que además es presidente de la Asociación de la Prensa de cádiz y Andalucía... Hace ya casi un mes de la publicación del artículo de marras que tituló Motorada. En su excusa pública (repito, que tituló Una chirigota con clase) dice que, claro, que en Jerez no se entiende su humor corrosivo y crea dos trincheras: una en Cádiz y otra en Jerez, dos ciudades cuyos nombres están muy por encima de él. Dice que lo hace a título individual, sin ejercer la opinión como cargo de la prensa. Es como si Zapatero, Rajoy o Felipe de Borbón escribieran como ciudadanos cualquier artículo, como ciudadanos «normales» cuando son nombre aparejados a un cargo. Fernando Santiago reviste su artículo-insulto de «provocación», dice que son cosas que escribe para llamar la atención (él que ha sido político hoy en cierta medida lo sigue siendo). Por lo tanto, no ha predicado con el ejemplo, quizás eso nunca fue con él. Y ahí están los hechos: el encargado de la imagen audiovisual de la provincia insulta por ser la población más numerosa de toda la provincia. Un periodista que representa a sus compañeros de profesión desde la Asociación de la Prensa de Cádiz y desde la Diputación en cierta medida se toma tal licencia con total impunidad. Con estos artículos, el ínclito F. S. parece no estar en el mismo oficio que el resto de los periodistas. Se ha instalado desde hace mucho tiempo en la provocación, empañando el nombre de Cádiz con esa actitud, dado su cargo de responsabilidad desde la Diputación. No sé a cambio de qué, o a santo de qué o tras ganar no sé qué juicio. Poco tiene que enseñar él que está poseído por el espíritu de Caín para hacerse notar. Hace videos institucionales provinciales, también escribe textos con brillantez sobre sus viajes por medio mundo (¿de dónde saca el tiempo? ¿quién se lo permite?). Sus cargos como edecán de la prensa gaditana y andaluza parece que le otorgan autoridad para haber insultado a Jerez en su artículo, por mucho que quiera «maquillarlo» de ironía que no entienden los jerezanos. También goza de impunidad. Ni dimite ni le hacen dimitir. Si el artículo de marras los firma cualquier becario lo queman en la pira pública y tiene que irse lo más cerca que pueda de Fernando Poo. «Es mejor pasar de él», me dicen compañeros de Cádiz. «Todos los conocemos». Puede ser lo más adecuado, pero yo no le rio esta gracia. A mí no me da la gana.Trabajo en Cádiz y en Jerez en los medios de comunicación y el problema con Jerez sólo lo tiene él. El resto hasta jugamos partidos de fútbol juntos... Resumiendo, como dice Joaquín Sabina, al que también cita: en el artículo que publicó el 31 de marzo aprovecha los desmanes de la «motorada» para insultar a Jerez. Lo mismo es que algún jerezano le levantó la novia... Lo mismo es que lo intentó en política antes en Jerez (donde hizo prácticas en un periódico) que en Cádiz. Sus palabras generan violencia. Su artículo por consiguiente «violentamente incorrecto». Cito algunas frases textuales. Juro que no invento: «debe ser que como no son capaces de tener un equipo de Primera tienen que hacer aspavientos con las motos (...) me parece una horterada XXL, propia de los jerezanos(...) una ciudad de primera(??¿¿). Ya son 200 mil dicen ellos. Debe ser que en Jerez gusta el ruido, la pringue». Si el patrimonio de un periodista es su credibilidad, y el de las asociaciones de la prensa velar por la concordia contra los «atropellos», ¿quién nos defiende de esta violencia verbal, de esta letanía de insultos? Cádiz no es Jerez, ni Jerez es Cádiz. La diversidad nos enriquece, y está por encima del personaje, al que muchos años de profesionalidad y algunos de carrera no les han servido para aprender el verdadero significado de la «responsabilidad profesional» y, sobre todo, del «respeto» tanto hacía Cádiz como hacía Jerez.
Francisco Molero. Jerez