El término «realidad nacional», aplicado a Andalucía en el preámbulo de su proyecto de Estatuto, crispó ayer algunos momentos de la sesión que el parlamento de Sevilla dedicaba al debate y votación final del texto estatutario, para su envío a Las Cortes. Pidió inicialmente la palabra el presidente autonómico Manuel Chaves, una realidad humana, para solicitar consenso a los dos partidos o realidades sociopolíticas que se oponen a la realidad nacional andaluza, el PP local y el Partido Andalucista, por considerarla simple aspiración virtual.
Los preámbulos estatutarios empiezan a convertirse en realidades introductorias a textos cuya realidad articulada parece desvanecerse ante la realidad eufemística, sin valor legal, contenida en el preámbulo. Nación, en el preámbulo catalán y realidad nacional, en el andaluz, producen disensiones reales entre realidades sociopolíticas del mismo territorio, y en el caso del Estatut hasta ha puesto en pie de firmas a la clientela más exquisita del PP.
Según Chaves, el proyecto de Estatuto andaluz es excelente, y España no se va a romper, y menos que nadie va a romperla Andalucía, porque «los andaluces nos sentimos plenamente españoles, orgullosamente españoles...». Sí, sí, venía a decirle el portavoz popular, mucho sentirse orgullosos de ser españoles, y se avergüenzan de poner en el Estatuto la referencia a la unidad de España, que la han eliminado mediante una enmienda presentada y defendida por su grupo, el socialista, añadía el diputado del PP clavando su acerada mirada en Manuel Chaves.
Y Chaves, ante la realidad evidente, empezó a acariciar la idea de presentar una enmienda transaccional para que una referencia a la unidad de España reapareciera en el texto, con la débil esperanza de que el consenso se hiciera posible, aunque fuera ya de anochecida. Pero antes de soltar el micrófono reiteró que Andalucía no rompe a España, añadiendo que España sólo se rompe cuando el PP quiere hacerla a su medida. Aunque parezcan chiquilladas, enzarzamientos pueriles, semántica visceral, peligrosa o intrascendente, la de los preámbulos, no hay que dejarse engañar, ni por los políticos, ni por las encuestas.
Las encuestas dicen que sólo a un pequeño porcentaje de andaluces le agrada el término realidad nacional, pero si se le recuerda a un andaluz el 28-F, día en el que se conmemora el referéndum que convirtió Andalucía de comunidad autónoma en nacionalidad histórica, su andalucismo vivo y latente se hará activo y burbujeante, y si se deja convencer de que ser una realidad nacional -expresión atinada de nación- eleva el listón de la competencias autonómicas hasta el nivel de la nación de preámbulo, ay de quién vote en contra de esa definición.
Sostiene el PSOE andaluz que este proyecto de Estatuto tiene mucho de federal y nada de soberanista, y ello porque en Andalucía el nacionalismo, al contrario que en Cataluña, es muy escaso, y en cambio el socialismo es muy fuerte. Y como el PSOE es hasta en su estructura interna federal, y por el federalismo constitucional siente verdadera devoción, no es extraño que este proyecto de Estatuto se predique en algunos puntos de federalismo, al proponer que la Administración andaluza comparta ciertas responsabilidades y decisiones con la del Estado, para anclarse más en el Estado, es decir, en España, realidad nacional.