Me aflige que al paso de dicha cofradía por nuestra plaza del Arenal, de todos, siga un nutrido grupo de jóvenes con su fiesta particular sin tener en cuenta que a su lado pasa el Hijo de Dios crucificado por nosotros, incluidos ellos. Me dan ganas de llorar los improperios que estoicamente recibían los nazarenos silentes de blanco. Me afligen los insultos a mujeres, que con farol en mano, han hecho suya esta noche tras muchos años de caminar junto a su tradición. Me duele que una hermandad señera de la «Madrugá» se plantee cambiar el día de su salida. Ya es suficientemente grave que no respeten nuestras creencias como para que además logren que tengamos que abandonar una idiosincrasia propia lograda tras muchos años de estacionamiento en la noche en la que muere Cristo.
La pelota está en el tejado de las instituciones. A los cofrades se nos escapa de las manos. Se nos muere la «Madrugá». Por ello, como miembro de dos hermandades que soy, les rogaría encarecidamente a nuestras autoridades; a cualquier estamento, ya sea local, regional o estatal que tome parte en el asunto. Pero con soluciones. Con más seguridad en nuestras calles en Semana Santa, con medios policiales similares a los que contamos en la Procesión Magna del año 2000. Recuerdo la presencia de unidades antidisturbios de la Policía Nacional durante la carrera oficial que en aquella ocasión comenzó en la Porvera y aún conservo en mis retinas como refuerzan el mundial de motociclismo para asegurar la motorada de todos los años. Aunque tampoco entiendo como una ciudad de doscientos mil habitantes no cuenta con una dotación para ello. Agradezco como cofrade la presencia delante de nuestros pasos de uniformados en traje de gala, pero ello es meramente estético y no tan práctico como la situación está reclamando. En fin señores políticos, ustedes sabrán, pero, por favor, colaboren de una vez por todas antes de que sea demasiado tarde. Y por cierto, analicen a que se debe el comportamiento de la juventud. Están perdiendo los valores y el respeto a todo.
Porque éstos, serán los que tengan que pagar mi pensión cuando me jubile dentro de veinte años... y me da mucho miedo mi futuro.
José B. Moreno González. Jerez