El coro de mileuristas y el 1 de Mayo. Ya no se acuerda nadie de lo de Chicago (el que quiera saber que busque en el Google). En días como hoy (esto se escribe durante el festivo) muchos cuerpos rezuman ira. Los no conversos no participamos del agradecimiento por haber cambiado la cartilla de racionamiento por la tarjeta de crédito. Los conversos agradecen sus ascensos, creen haber ganado a pulso esta soleada mañana en la playa. Un puente en mayo a cambio de 50 horas semanales. Un puente en mayo a cambio de otro Volvo para el jefe.
Los no conversos no comulgamos. Continuamos aquí, pero no acudimos al reclamo. Hacemos lo nuestro, y nos vamos a crear otros espacios, lugares que aún resisten, tiempos sin gastar no marcados por el reloj, símbolos no tomados.
Asalariados mediocres en trabajos mediocres al servicio de jefes mediocres suspirando por un ascenso mediocre que aumente una renta mediocre para pagar objetos mediocres mientras se gasta una vida mediocre.
Miedo, y asco. Y no estamos en Las Vegas.
El coro de mileuristas no conversos preparamos las clases que daremos mañana en el colegio privado al que no van nuestros hijos. Elaboramos informes para el departamento de administración que controla el reparto del dinero que nunca engrosará nuestras cuentas bancarias. Redactamos noticias en periódicos que nunca serán de nuestra propiedad y que jamás cuestionarán las intenciones de aquellos que sí los poseen. El coro de mileuristas no conversos callamos, y con cada silencio estamos diciendo que nunca podremos, simplemente, tomar lo que es nuestro, lo que nos pertenece.
El coro de mileuristas no conversos no sabemos cómo acabará todo esto. No tenemos la seguridad de que vaya a acabar. A veces dudamos de que haya empezado de verdad. Los conversos sólo esperan que siga la función, dos líneas de guión y ya está satisfecha la ilusión de creerse protagonista. El coro de no conversos seguimos rellenando cupones de lunes a viernes, fichando en la garita donde se cuentan los días que aún faltan para nuestra muerte. Los conversos escuchan mensajes en la radio del coche mientras regresan de la playa, indiferentes al enojo que debe presidir este lunes infame y lleno de sol y luz que hasta los ciegos sienten.
No agradecer, no participar en sus ceremonias, no contentarse con las migajas, no callar frente al abuso, no usar símbolos que nos son ajenos, no transigir ni en la más inocente de las situaciones. Y no dar consejos. Ni con-versos, ni con-prosas.
La construcción y los servicios tiran de la economía, a decir de los expertos. Y cuántas vidas se tiran en los contratos basura de la construcción y los servicios. (Sobre una idea de Belén Gopegui recordada por el gran Miguel Ángel García, grasias Argüé).