Advertencia para los que decidan arriesgarse a pasear por el Recinto Ferial. ¿No cabe ni un alfiler! Y es que el puente de mayo, con su internacional día de los trabajadores, amén de un tiempo de escándalo, ha propiciado que el recinto de Las Banderas haya sido invadido por una turba enardecida por el vino, las palmas y la atronadora música que sale de cada una de las casetas.
De hecho, parecen competir en cuál de ellas alcanza más decibelios a costa de la salud de los usuarios de las mismas. De esta forma, más de uno, el martes de resaca, va a tener que servirse de aparatos auditivos para entender lo que le dicen. Quedarse sin voz, también es un problema, pero como suele acontecer, todos y cada uno de los años de Feria, ha dejado de ser un hecho noticiable.
Pero nunca es tarde si la dicha es buena, sobre todo si queda ya un día para que el Real cierre sus puertas hasta el año que viene y los que siguen en la brecha, deciden quemar sus últimos cartuchos o medias de fino hasta el último instante.
Sin embargo, cuidado con los excesos, que al fin y a la postre, parecen haberse convertido en sinónimo de fiesta municipal. De este modo, aunque la Feria se sienta como el paraíso en la tierra, el día siguiente puede llegar a convertirse en el infierno en el catre. Así que, si se quiere llegar hasta el final, se pueden quemar las últimas postas, pero nunca los del organismo, que luego pasan factura.
De todos modos, de un pueblo que construye una ciudad de fiesta y alegría como es el recinto ferial, de la nada y en un par de meses, no se puede esperar otra cosa. Como dijo alguien: ¿a vivir que son dos días!.
Cábalas
Este pueblo que es tan dado a tomar nota de lo que acontece, a veces es más importante el balance que el hecho en sí mismo, ya hace sus primeras cábalas sobre la Feria de Primavera del 2007.
De esta manera, los socios de las casetas, con un carácter cívico envidiable, aderezado con el ingenio que produce en las mentes una buena ración de rebujito, se dedican a arreglar la Feria, con tal ímpetu y con tantas ideas que parece que el año que viene se prevé otra fiesta totalmente diferente.
Los más dicen que el Real se está quedando pequeño, y razón no les falta porque la fiesta crece cada año, y por ello los argumentos que apuestan por una ampliación del terreno ganan fuerza. Otros quieren sacrificar los cacharritos, en pos de más espacio. Lo que está claro, es que Feria no hay sólo una, sino la de cada uno de los portuenses.