Hoy jugamos en el campo de Santo Domingo, en El Ejido. Un pueblo donde está la mayor obra humana visible desde el espacio exterior: el mar blanco que forman más de 10.000 hectáreas de invernadero. Un impresionante chiringo en el que se realiza una explotación hortofrutícola descomunal. Otra cosa no, pero vitaminas tienen los ejidenses en el cuerpo por un tubo. Allí cuando están pachuchos no van a la farmacia por un bote de Micebrina o de Supradyn. Se limitan a ir a un invernadero y se comen un pimiento, un tomate y un pepino, y los colegas se ponen más fuertes que una tortilla de caramelos Halls. La importancia de las frutas y las hortalizas en esta región almeriense se ve reflejada hasta en el escudo del Polideportivo Ejido. Un escudo donde además de un cielo celeste, un sol, unas montañitas, unas barras de gimnasia, un balón de fútbol de cuando Garrincha era cadete de primer año, un par de raquetas de tenis, una portería y una canasta de baloncesto (creo que ya sé porqué se llama Polideportivo Ejido), aparecen un tomate y un pimiento. Bien, el objetivo del Xerez está bien claro. Cogemos el tomate y el pimiento del escudo, los cortamos al estilo juliana, le echamos por encima un chorreoncito de aceite, otro de vinagre de Jerez, una lata de atún, y ya tenemos una piriñaca. Nos la jamindamos y tres puntos para el zurrón. ¿Están de acuerdo conmigo no? Así de fácil es fagocitarse al rival de esta tarde.
Al seis lo inventaron en un dos por tres. Y seis, concretamente, son los partidos que el Xerez debe ganar de los ocho que restan para que el campeonato liguero español en su Segunda División expire de manera definitiva. Bueno con cinco a lo mejor nos vale, pero vamos a ir a lo seguro. Sólo quien ha comido ajo puede dar una palabra de aliento y yo me he metido entre pecho y espalda una cazuela de papas alioli. Así que me encuentro en disposición de alentar a mi Xerez y a todos los xerecistas. Lucas, ¿métele caña a Salmerón! Que dice que te conoce muy bien de cuando era segundo tuyo en el Almería hace ocho años. Demuéstrale que el discípulo no es superior al maestro y que te guardaste en la manga un montón de sabiduría que nunca le mostraste.
El Ego es eso pequeño argentino que todos llevamos dentro y en El Ejido hay que sacarlo a relucir. De esto sabe mucho el pibe Pendín. Lo que nos pasó contra el Levante la semana pasada en el coliseo de Chapín no debe mermar ni un ápice nuestra integridad. Eso sí, como me dijo el otro día en La Vega tomando café, el poeta romano Publio Ovidio Nasón, que por cierto da clases particulares de latín a muy buen precio: «El que ha naufragado tiembla incluso ante las olas tranquilas». Pero yo le dije, tesquiyapui Publio, al Ejido le metemos dos. Y él se limitó a sacar dos sextercios del bolsillo de su blanca túnica, pagó los cafés y se fue. El que calla otorga, pensé yo, por lo que creo ciegamente en la victoria con más ímpetu.
El tramo final de la competición se parece bastante al del año en el que al final no subimos con Schuster. Lo que pasa es que esta temporada en comparación con aquella el Xerez ve las cosas desde otro prisma, mirando para arriba y no para abajo. Y dicen que caballo que viene de atrás es el que gana finalmente la carrera. Nosotros somos el Alavés del pasado año o el Recre de Alcaraz. Venimos de atrás y el tercer puesto se ha convertido en nuestro objetivo. Además, sólo existe una cosa más dolorosa que aprender de la experiencia, y ella es no aprender de la experiencia. En nuestras carnes hemos sufrido el quedarnos a las puertas cuando ya parecía todo hecho y el equipo azulino no puede ni debe dejar que se repita la historia. La victoria de hoy en El Ejido va a enseñarnos el camino hacia la tercera plaza y va a significar el comienzo de una racha de triunfos que nos va a llevar a la fuente de la remozada y espectacular Plaza del Arenal. Y es que no podíamos haber ELEJIDO un mejor sitio para empezar a encadenar victorias.
En las filas del Poli tenemos a un infiltrado al que estimo mucho, que es jerezano y se siente como tal por los cuatro costados. Estoy refiriéndome a Daniel López Ramos. Un ex xerecista que salió del equipo por culpa de la inestabilidad económica que creaba la presencia de Luis Oliver en la entidad azulina. Daniel, que seguro que no ha comido más fruta y verdura en toda su vida desde que está en El Ejido, va a meterse un gol en propia puerta y nos va a ceder los tres puntos. Qué bonito suena verdad. Y por qué no va a pasar. Luego la historia sigue con que el Xerez sube a Primera y lo fichamos en reconocimiento al favor que nos hizo en Santo Domingo. Ni Spielberg en sus mejores días idearía una historia tan redonda. Tan cierto es que todo esto puede pasar como que el negocio más expuesto a la quiebra es el de la cristalería. Daniel, desde estas líneas me comprometo a tomarme contigo un cartón de tinto ELEJIDO si le metes un gol a tu portero. De lo contrario me enfadaré contigo sobremanera y le daré las quejas a tu padre El Calandraco. Al que aprovecho para saludar y darle un enorme abrazo. Tomates, pepinos, lechugas, pimientos de todo tienen éstos de El Ejido. Pero, ¿a que no tienen uvas? Para uvas las de nosotros, las de la campiña de Jerez. Porque, qué harían los ejidenses si no fuera por el excelente vinagre de Jerez. ¿Con qué van a aliñar las ensaladas? Así que dejarse de tonterías y los tres puntos para el Xerez. Que a ustedes nada más que os hace falta un partido ganado para salvaros y a nosotros nos hacen falta unos pocos más para el ascenso. Así que olvidarse de un posible favor xerecista. Si queréis una mano que os ayude, al final del brazo la encontraréis.
A mi el que me da miedo es Pedro Vega. Uno chiquitito que corre más que Forrest Gump en los Sanfermines, que tiene el Poli en la banda izquierda. Un tío con más peligro que Eduardo Manostijeras poniéndose las lentillas. Esperemos que tenga un día aciago y que en el partido de esta tarde tenga menos imaginación que el chef del MC Donalds. Bueno, adiós xerecistas, un aplauso enorme para todos y que nos caiga bien la piriñaca.