ALCALDE DE EL PUERTO DE SANTA MARÍA El aroma de la Pasión que apenas hace dos semanas recorría las calles de nuestro querido Puerto cede paso a otra de las insignias primaverales de nuestra ciudad. Ríos del dorado fruto de la vid desembocan en el océano del real en un estallido de colores y risas, al compás de las sevillanas y el olor de las cocinas de las casetas.

Ese es nuestro carácter y el motor que desde siempre nos ha hecho evolucionar, pues qué otro pueblo, sino el andaluz, es capaz de hacer brotar la alegría y alumbrar por encima de tantos y tantos nubarrones que la historia ha posado sobre él.

Las prisas y la compleja estructura de esta sociedad en la que vivimos no nos permite, muchas veces, disfrutar de las relaciones humanas. No obstante, los portuenses, paradigma del temperamento andaluz, sabemos buscar los medios para romper las fronteras de la rutina tras la que se encierra nuestra dimensión más humana. Entre esos fabulosos instrumentos, nuestra feria destaca por excelencia.

En sus cosmopolitas calles de albero serpentea una multitud en la que nadie es extraño, porque lo que importa no es la procedencia; sino el destino, y en nuestra feria todos nos dirigimos al mismo: la felicidad; pero no esa felicidad fugaz que nos proporciona el materialismo. Me refiero a esa otra que brota cuando nos percatamos de lo verdaderamente esencial: vivir y compartir la vida. Por eso en el mar multicolor de casetas todos nos llamamos por el mismo nombre: amigo.

La amistad se nos presenta este año bajo un nuevo rostro, el de un pueblo al que verdaderamente conocemos muy poco. Desde el Cantábrico hasta el Atlántico llegan los descendientes de aquellos pioneros que, en otro tiempo, caminaran por nuestra pescadería , por el castillo y por la fuente de las galeras, para embarcar rumbo a las Indias. Su nave los trae a orillas del Guadalete, donde sevillanas y aurresku se hermanan para darles la bienvenida. Traen kokotxas, zurrukutuna, marmitako y angulas, sones de txistus, tamboriles y dultzainas; y llevarán ajo caliente, pescaíto frito y tortillitas de camarones bañados por fino y oloroso, sones de guitarras, palmas y castañuelas. Y como espectadora de honor, la Virgen: para Bilbaínos, Begoña; para portuenses, Milagros, y para todos, patrona.

Sin duda, esta será una gran Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino. A todos os invito a participar de ella: portuenses, bilbaínos y de allá donde lleguen ecos de nuestra alegría. El Puerto y su real os esperan.

Bienvenidos. Ongi etorri.