Después de leer las dulces y cariñosas palabras que nos regala el señor Cosano a «los incultos de Primo», como él nos llama, por defender una postura y una versión distinta a la que intenta imponer ese sector de la población que defiende y representa al caciquismo, y al fascismo que tanto daño le ha hecho a este pueblo, no me queda otro remedio que agradecerle la enorme atención que nos ha prestado, siendo tan insignificante nuestra representación dentro de este Jerez, al que por mucho que algunos les pese y les moleste, por suerte también pertenecemos.
Y le tengo que dar las gracias, porque lejos de haber conseguido usted con sus palabras ofenderme, tal y como pretendía, ha conseguido que disfrute enormemente con la lectura de su columna, o mejor dicho, mientras me daba cuenta, por el tono de sus palabras, cuanto le «escocía» el hecho de que unos pocos incultos y paletos hayan conseguido generar tanto debate social sobre su querido General, que tanto hizo por los de su clase. E imaginaba cómo, mientras escribía el artículo, se retorcía de dolor y sufrimiento al ver que no encontraba los argumentos suficientes para rebatir nuestra postura y tenía que recurrir al fácil recurso del insulto y la calumnia, que tanto gusta a esos «señoritos» de nuestro Jerez que se sienten por encima del pueblo.
Pero para que vea que en mis palabras hay agradecimiento sincero, y en un gesto de amabilidad y compasión hacia usted y hacia todos los que se sienten aliviados por la vuelta de su queridísimo Primo, les explicaré de nuevo nuestras intenciones porque parece que no les ha llegado bien la información. Detrás de todos estos incultos y zoquetes hay un grupo de personas sencillas que lo único que hemos pretendido no es crear una cruzada contra todas las obras de arte del mundo como usted ha entendido, sino aprovechar una circunstancia que usted muy bien a reflejado, como son las obras de la plaza más representativa de nuestra ciudad, y de la consecuente marcha de su Primo, para generar un debate social y propiciar la reflexión sobre la idoneidad de que nuestras calles y plazas se vean plagadas de símbolos militares y de dictadores por el simple hecho de pertenecer a la misma ciudad que nosotros , y para precisamente intentar que las nuevas generaciones no cometan las mismas estupideces que las anteriores o las actuales.
Es decir, para intentar crear una cultura de paz y otros valores más justos. Y al General que lo encierren en un museo, por supuesto, para que lo podáis reverenciar siempre que lo queráis. Supongo que usted como buen «demócrata» y como persona contraria al terrorismon y actos vandálicos entenderá lo que quiero transmitirle.
En fin, que muchas gracias por su atención, que no nos la merecemos, y que, por si no le ha quedado muy claro el mensaje, le recuerdo el contenido de esa pancarta tan molesta para Jerez que alguien con una actitud poco pacifista y tolerante se encargó de retirar de la vista del resto de la ciudadanía: «los pueblos libres no homenajean a dictadores». Y por supuesto, a usted que será aficionado a la lectura por los grandes conocimientos de los que alardea (que no es lo mismo que sabiduría), le recomiendo un libro: La cara oculta de Miguel Primo de Rivera.
José Carlos Sánchez. Jerez