Desde que llegué a este Jerez nuestro vengo escuchando eso de la movilidad entre las ciudades cercanas, lo grande que es Jerez y ese área metropolitana que al parecer llega hasta Cádiz, y en la que los curritos nos movemos como Pedro por su casa. Y, en honor a la verdad, no sólo le ocurre a los trabajadores, sino también a los compradores, o incluso a aquellos que buscan ocio diurno o nocturno diferente.
Para certificar aún más esta curiosa característica metropolitana, ahora nos montan el Consorcio de Transportes de la Bahía de Cádiz... ¿Otra vez estamos en Cádiz? ¿De verdad es tan grande Jerez? ¿De verdad tenemos hasta playa? Disquisiciones geográficas a parte, lo único cierto es que esa movilidad es, en demasiados casos, obligada, y encima continúa siendo harto difícil.
¿A quién no le gusta levantarse sólo una hora, o media para los más rápidos, antes de entrar al trabajo? ¿A quién no le gusta escaparse un momento para hacer la compra o dejar algo en casa, gracias a la cercanía del hogar? ¿A quién no le gusta disfrutar cada día de comida casera? ¿A quién no le gusta acabar el trabajo y llegar a casa en un pis-pas?
Pero la realidad es que demasiadas personas, en esta gran área metropolitana, pierden horas de sueño porque tardan horas en llegar al trabajo por los atascos, por lo difícil que es salir de Jerez o entrar en Cádiz. Demasiadas personas comen deprisa y corriendo en el bar, y las mismas vuelven a horas indecentes por las pésimas comunicaciones y el deficiente transporte público. Está muy bien eso de abrir fronteras, pero que no nos cuenten milongas: en ningún sitio como en casa.