El Barcelona ha aguantado el empuje de un equipazo como el Milán, ha dejado el marcador del Camp Nou como empezó, se ha doctorado en Europa y ha alcanzado la ansiada final de la Liga de Campeones. El conjunto azulgrana luchará por lograr su segunda Copa de Europa el 17 de mayo en la gran final de París ante el Arsenal inglés.
En un partido que olía a final, el Barcelona ofreció su registro más práctico. Se agarró al fútbol de Iniesta, de nuevo magnífico, a la magia de Ronaldinho y al oficio de un grupo de jugadores que sabían que se la jugaban. La emoción se vivió desde el primer minuto en un partido que destilaba sensaciones de gran final. Con 40 segundos jugados, el Milán ya había rematado a puerta. Kaká se aprovechó de un falta de atención de Van Bronckhorst y remató fuera. El Barca respondió de inmediato con una gran acción de Eto'o, que disparó sobre el cuerpo de Dida.
Tal vez al Barca le faltó la participación de Ronaldinho, encajonado en la izquierda entre Stam y Gattuso, y el acierto de Eto'o, que tuvo tres electrizantes llegadas en los primeros 20 minutos. Precisamente, en una jugada del camerunés, tras un robo de Deco, Eto'o estuvo a punto de marcar, pero Costacurta sacó el balón a medio metro de la línea de gol.
La primera llegada del brasileño fue en un disparo lejano (m.21), que respondió Shevchenko con un remate a la lateral de la red (m.22). En la parte final del primer tiempo, la posesión del balón se equilibró, pero el Barcelona tenía más llegada. Consciente de que tenía que forzar la máquina, el Milán salió algo más decidido en la segunda parte y en el minuto 50, Shevchenko obligó a Valdés a intervenir por primera vez, pero fue mucho mejor la triangulación que propició una gran oportunidad de Belletti.
Un magnífico pase al hueco de Ronaldinho a Giuly y un servicio de éste a Belleti no fue aprovechado por el lateral en una ocasión inmejorable (m.54). En el minuto 64, Ancelotti decidió poner en juego a Cafú para aprovechar los huecos por la banda izquierda barcelonista. Rehizo el dibujo el Milan y también Rijkaard, que puso a Eto'o para tapar las incursiones del carrilero brasileño.
Para entonces, los lombardos ya se habían hecho con la situación. Larsson sustituyó a Giuly y Rui Costa a Gatusso en el 68, pero el Barcelona necesitaba el balón, porque ya no lo tenía. Un gol anulado a Shevchenko, en el minuto 69, sembró el pánico en el Camp Nou. Larsson tuvo la oportunidad de acabar con la incertidumbre, pero no acertó en un espléndido remate de cabeza tras centro de Eto'o (m.75).
Con Ronaldinho y Larsson en punta y Eto'o de marcador de Cafú, el Barcelona sabía que tenía que aprovechar alguna contra, pero, sobre todo, crear espacios y mantener la posesión del balón. Apenas sufrió el Barcelona cuando Ancelotti ordenó un arreón final. Los catalanes se sabían mejores y se clasificaron para su quinta final, después de las perdidas en Berna (1961), Sevilla (1986) y Atenas (1994), el barcelonismo espera que el 17 de mayo en París se repita la historia vivida un 20 de mayo de 1992 en Wembley.