«Un partido importante, pero no decisivo». Nos lo dicen tanto que acabamos creyéndolo. Es lógico que desde el seno del vestuario xerecista se proyecte una idea de normalidad, de que se trata de un partido más. No quieren más presión, ya se ha demostrado que eso no viene nada bien al equipo. Es obvio que se gane, se empate o se pierda, nada quedará decidido pues aún restarán muchas batallas para aclarar el final que le depara el destino a los azulinos, pero todo eso no debe ocultar la importancia real del enfrentamiento contra el Levante. Basta con tener en cuenta el goal average, para afirmar con total rotundidad que una victoria esta tarde vale más de tres puntos.

De ponerse frente a un espejo, el reflejo del Xerez podría ser perfectamente el del equipo que dirige Mané. Una vez pasadas treinta y tres jornadas, jerezanos y valencianos acumulan unas estadísticas prácticamente calcadas. Cincuenta y cuatro puntos, catorce victorias, doce empates, siete derrotas, treinta y cinco goles en contra y sólo siete tantos separan los cuarenta y nueve goles a favor de los azulinos, de los cuarenta y dos de los azulgranas.

Además, es un enfrentamiento directo. Cuarto contra quinto clasificado. Además, se enfrentan a un auténtico aspirante a Primera, cuyo único objetivo desde que echó a andar la competición fue el ascenso. Además, en el momento de competición en el que se encuentra el equipo, cualquier partido es una final. Además, el Xerez juega en casa, ha reclamado el apoyo de los suyos, y si quiere estar acompañado hasta el final de este viaje, no debe fallar a los que más le quieren. Y además -por si no fuera suficiente-, parece un momento más que apropiado para encadenar un cuarto encuentro sumando para terminar de coger carrerilla y meter continuar rondando las plazas vips de la clasificación.

Están todos

Lucas no tendrá muchas excusas, pues están todos. El preparador granadino podrá tirar, por primera vez en lo que va de temporada, de cualquiera de los efectivos que le ofrece una plantilla inmaculada. Ni las lesiones, ni las sanciones restan potencial a los azulinos. No hay bajas. Sólo un pequeño lunar en forma de bocadillo en el gemelo de Castaño puede impedir que hoy salte al terreno de juego el once de gala. El medio centro sevillano apenas entrenó en la última sesión con el resto de sus compañeros. Alcaraz probó a Rubén y a Colorado como pareja de Pendín, pero parece poco probable que Castaño no se recupere a tiempo.

La revolución en el sistema continúa dando frutos, por lo que en buena lógica el 5-2-2-1 se volverá a repetir en Chapín. Es cierto que el equipo tiende a fracturarse y que si no se mantiene la posesión de balón se sufre batante -como se pudo comprobar en Lorca, donde los locales acorralaron en su área al Xerez-, pero es igualmente cierto que si las once fichas de las que dispone Alcaraz mantienen un alto nivel de intensidad y se mueven de manera homgénea sobre el padro de Chapín, el poder ofensivo del Levante podría verse obligado a retrasar líneas.

El valenciano es un conjunto ideado y conformado para retornar a Primera División. Se han pasado gran parte de la temporadan vagueando por la zona media de la tabla, pero ahora que cuesta sangre, sudor y lágrimas acumular victorias, es cuando los azulgrana están mostrando sus galones.

Apoyo de la grada

El Levante de Mané no sólo se encontrará un Xerez Deportivo sin bajas, sino que además entrará en un Chapín con una gran entrada. Al menos para eso se ha trabajado durante la semana. Los jugadores esperan que esos dos mil escolares, con los que pasaron la jornada del viernes, no les fallen y pueblen finalmente, el fondo norte. La primaveral lluvia, que tampoco quiere perderse el atractivo duelo, podría frenar la llegada masiva de la afición xerecista al estadio Chapín.