Tras derrotar al Milan en la ida de las semifinales de la Liga de Campeones (0-1), el Barcelona disfruta de una situación inmejorable para reeditar su éxito de 1992, cuando ganó en Wembley (Londres) la única Copa de Europa de su palmarés, ya que está a un solo paso de clasificarse para la final de la presente edición, en París.
Al igual que aquel Dream Team, este Barcelona también ha dejado en la cuneta al Benfica en su camino hacia la final. Y sobre todo, está dirigido por otro holandés, Fran Rijkaard, muy respetado por el vestuario, y mantiene una plantilla compacta en la que los extranjeros marcan la diferencia. Si antes fueron Stoichkov, Koeman o Laudrup, ahora aparecen Ronaldinho, Eto'o o Márquez, espléndido en su regreso al equipo.
En aquella ocasión, el Barca llegó a Londres impulsado por el título de Liga que había logrado días antes. Ahora, el equipo podría tener el campeonato en el bolsillo antes incluso de medirse al Milan en el partido de vuelta.
De un año a otro, el Barcelona ha protagonizado un salto de gran magnitud, acorde con la previsión marcada por la directiva del club, cuyos planes pasaban por conquistar la Liga española antes de iniciar el asalto a la Liga de Campeones: si la temporada pasada el Barca caía en Stamford Bridge, este año no sólo ganó en Londres y eliminó al Chelsea, sino que ha superado al Benfica y ha derrotado en San Siro al Milan, que no había perdido en casa esta temporada. A fuerza de aprender de sus propios errores, el equipo ha ganado en madurez, y ese aprendizaje se ha traducido en peso específico internacional. El Barca es, a día de hoy, el gran candidato a levantar la Copa de Europa el próximo 17 de mayo porque ha mejorado en defensa, sabe manejar los partidos a su antojo, apenas se deja sorprender y no sufre pájaras como la de hace un año en Londres (4-2).
Cuenta, además, con jugadores determinantes. Ronaldinho, especialmente, vencedor con claridad del duelo entre los dos últimos Balones de Oro en que se había convertido el partido ante el Milan por la presencia de Shevchenko.
Adorado en Italia y aplaudido por el público de San Siro, el brasileño no había tenido la oportunidad de demostrar en terreno italiano todo su potencial hasta el partido frente al Milan. Cuando se soltó del fiero marcaje de Stam y de la presión de Gattuso, encontró la pelota y desplegó todo su buen fútbol.