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Jueves, 20 de abril de 2006
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CULTURA
TEODULFO LAGUNERO EMPRESARIO, ABOGADO Y ESCRITOR
«Alberti prefirió 40 botellas de vino al Premio Nobel de Literatura»
El Ateneo acoge hoy la presentación de su libro, 'Una vida entre poetas'
«Alberti prefirió 40 botellas de  vino al Premio Nobel de Literatura»
POLIFACÉTICO. Teodulfo Lagunero presenta hoy su libro en el Ateneo Gaditano. / ÁLVARO PAYO
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DATOS DE INTERÉS
Título: 'Una vida entre poetas. De Pablo Neruda a Antonio Gala'.

Autor: Teodulfo Lagunero.

Prólogo: Santiago Carrillo.

Editorial: La esfera de los libros.

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Catedrático de Derecho Mercantil, abogado, exitoso empresario y escritor, Teodulfo Lagunero (Valladolid, 1927) ocupa por derecho un lugar de excepción en la Historia de España desde que sirviese de enlace entre Adolfo Suárez, los hombres del Rey y el Partido Comunista -al que sostuvo durante el exilio en París y en los primeros años de la Transición- o desde que trajera a España, clandestinamente, a Santiago Carrillo en su propio coche en febrero de 1976, «18 veces y con la peluca», matiza.

Junto a su vinculación con el mundo de la política y sus protagonistas, la memoria de Lagunero está plagada de anécdotas vividas gracias a su relación con intelectuales de la talla de Rafael Alberti, Antonio Gala o Pablo Neruda, con los que mantuvo una estrecha amistad, y con otros, como Camilo José Cela o Juan Antonio Bardem, de los que no guarda tan grato recuerdo. Todas esas anécdotas las recopila ahora bajo el título Una vida entre poetas, un libro que hoy presenta a las 20 horas en el Ateneo de Cádiz, una ciudad de la que guarda «un gratísimo recuerdo» y en la que ejerció su profesión de abogado y catedrático de la Escuela de Comercio durante ocho años.

-Asegura que este libro no son sus memorias. ¿Cómo habría que definirlo, como un anecdotario?

-Pues sí. En un principio lo iba a llamar Testimonios, pero la editorial decidió llamarlo Una vida entre poetas. Todos los libros tienen algo de autobiográficos y decidí recoger anécdotas de mis encuentros con Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias, Camilo José Cela, Rafael Alberti, Antonio Gala y Marcos Ana. También podría considerarse un libro de Premios Nobel, porque Cela, Neruda y Asturias ya lo son, Alberti no lo tiene porque lo rechazó y reivindico el de Literatura para Gala y el de la Paz para Marcos Ana.

-¿Cómo entabla relación con personajes tan importantes?

-Las relaciones son consecuencia de mi ideología política, a unos los conocí en las embajadas, a otros me los presentaron amigos y, otros como en el caso de Gala, somos casi como hermanos, además de que sigo siendo su abogado y administrador, y nunca perdonamos la cena de los sábados.

-De todos ellos, ¿de quién guarda un recuerdo especial?

-De Marcos Ana, es el más entrañable de todos porque ambos tenemos muchas cosas en común, como por ejemplo que los dos estuvimos en la cárcel. Yo acabé allí porque mi familia fue muy represaliada y no me fusilaron porque coincidió que Franco dejó de hacerlo en los años del proceso de Nüremberg. Eso me salvó.

-¿Cómo conoce a Marcos Ana?

-Estando en París con mi hija vimos una convocatoria para la manifestación del Primero de Mayo y decidimos ir. Allí había muchos españoles con banderas de la República y me emocioné mucho. Al ir a la cabecera de la manifestación le conocí y le presté mi ayuda. Al día siguiente quedamos en el Barrio Latino. Aunque en un principio se mostró extrañado y sospechó que fuese un infiltrado de la policía, acabó por confiar en mí. Me presentó a Santiago Carrillo y comencé a ayudarles con el Partido Comunista. Les aporté todo el dinero que necesitaron, incluso un local delante de la Sorbona. Además de mi dinero, les di mi tiempo, aunque eso en realidad no es nada teniendo en cuenta que otros dieron su vida.

-Con Rafael Alberti compartió su exilio en Roma. ¿Cómo contacta con él?

-Al igual que todos los niños de mi época, empecé a leer con El Quijote, pero como mi padre era profesor de la Institución Libre de Enseñanza, también leía a Alberti y Machado, a quienes tenía mucho respeto, cariño y devoción. En mi etapa en Cádiz tuve muchas anécdotas relacionadas con Alberti, así que cuando me enteré de que estaba exiliado en Roma, decidí visitarle.Vi que no sólo era uno de los mejores poetas de la literatura española y casi universal, sino que también era un hombre tierno, afable y cultísimo. Me compré una casa en Roma y viví allí todo su exilio. En centenares de ocasiones salía a pasear por Roma con él y su mujer, María Teresa León, tan buena escritora como Rafael que incluso le podría haber hecho sombra. Ambos eran seres irrepetibles.

-La casa de Alberti en Roma tuvo un gran papel en el ámbito cultural.

-Vivía en la Vía Garibaldi en el Trastevere y en su casa se hacían fantásticas tertulias. En Italia en aquella época, España tenía dos embajadas, la de Roma y la del Vaticano, pero el centro cultural era la casa de Rafael. En el libro recojo una anécdota preciosa que cuenta que en su casa tenía un letrero en la puerta que decía No se hacen prólogos, porque todos los escritores querían que Alberti les prologase su libro. Aunque al principio se hacía el enfadado y se negaba, siempre acababa haciéndolos.

-Hay algunos que sostienen que a Alberti no le dieron el Nobel porque era comunista. ¿Qué opina?

-Que es totalmente incierto. ¿No se lo dieron a Neruda y a Miguel Ángel Asturias y también lo eran? Después de darle el Nobel a Neruda, los responsables de la Academia sueca apoyaban darle el premio e incluso se organizaron conferencias en torno a su obra. Al principio Alberti estaba emocionado, pero cuando ya estaba todo reservado dijo que no iba. Recuerdo que decía con su voz gangosa que a él qué se le había perdido en Suecia, que cómo iban a entender los suecos Marinero en tierra y la gracia gaditana de su poesía. Como le habían concedido otro premio en Roma que consistía en 30 ó 40 botellas de vino, decidió recoger ése y no ir a Estocolmo. Por supuesto, no sentó nada bien a la Academia sueca. Esa fue la verdadera razón, no porque fuese comunista, sino porque él no quiso, y quien diga lo contrario, miente.

-En el caso de Camilo José Cela, ¿por qué lo incluye en el libro?

-Camilo desentona con el resto, gente de izquierdas, pero era un Nobel. Además, fuimos amigos, aunque muy superficiales. Como ser humano dejaba mucho que desear, era grosero, maleducado -nos recibió a mi mujer y a mi en su casa en batín y pantuflas. Aún en el hall, se cogió la rodilla y empezó a tirarse pedos y alardear de que lo hacía cuando quería-. Aún así, fue un gran escritor, sobre todo en sus primeras obras.

-¿Qué ha reservado para sus memorias?

-En el libro no cuento nada de mi vida privada, de mi experiencia como niño de la guerra y la represión franquista, ya que estuve en un consejo de guerra con tan sólo 18 años. Mis memorias políticas irán en ellas, que ya las tengo bastante adelantadas, pero sigo trabajando y levantándome a las cinco de la mañana, así que todavía me queda mucho que escribir.



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