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Miércoles, 19 de abril de 2006
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TOROS
Toros
Iván García triunfa
Con la excepción de un sexto bravucón e incierto, corrida muy apta de Palha con un tercero de buena nota
Iván García triunfa
SORPRESA. El matador madrileño Iván García, durante su faena con la muleta a su primer toro.
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LA FICHA
FSeis toros de Palha (Joao Folque de Mendoza) de buenas y variadas hechuras. Corrida con movilidad y alegría. El sexto, avisado y en oleadas, excepción a la regla de general nobleza. Buena corrida.

Uceda Leal: silencio en el primero. Herido por un arponazo de banderilla en el muslo, no pudo matar al cuarto. Se premió la faena con una ovación.

Sergio Martínez: silencio en los dos.

Iván García: oreja y ovación.

Sevilla 3ª de abono. Primaveral. Más de tres cuartos.

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La corrida de Palha tuvo prontitud y movilidad. Desde el primero, un toro muy noblito que pagó los estragos de un tercer puyazo y de capotazos sin cuento, hasta el sexto, que fue una prenda. Por falto de fijeza, por incierto y agresivo, toro muy difícil y, por tanto, interesante de verdad. Esa nota tan díscola de última hora remató de impropia manera una corrida que sacó, además de agilidad y alegría, sobrada nobleza. La nobleza vino entreverada de matices: de sosa dulzura en el primer toro; de son templado en el segundo; de notable codicia en el tercero, que fue el mejor de la corrida; de descolgada docilidad sólo por la mano izquierda en el caso del cuarto; y de ligera brusquedad en el quinto. De modo que hubo para todos los gustos. Hasta que rompió la baraja el sexto.

Iván García sorteó el de mejor condición y ese sexto que asomó con pinturas de guerra. Al toro de mayores apuntes en bravo lo toreó de capa con limpieza y soltura en lances de manos altas, mucha tela y largo vuelo, lo banderilleó con facilidad, velocidad, acierto y no poco aparato y, en fin, lo toreó de muleta con carácter, asiento y decisión. Cuatro estrellones cobró de salida contra burladeros o tablas el toro; después de pelea guerrera en varas, enterró los pitones en vuelta de campana completa, pero se repuso con insólita presteza; protestó en banderillas, luego de largos galopes, cuando Iván, a la salida del tercer par, trató de someterlo por delante llegándole con la mano al testuz.

La forma de salir el toro de la voltereta y de apretar a Iván tras el tercer par fue de toro bravo. Y, por supuesto, su arrancada de largo en tranco perfecto cuando Iván, para abrir faena, citó desde casi los medios. Desde la primera raya se vino al engaño el toro, que repitió, además, hasta cinco y seis viajes. La faena, por tanto, rompió en seguida y, cuando Iván remató con el obligado de pecho, se arrancó la caprichosa banda de música de la Maestranza. Una pausa y una segunda tanda en redondo casi calcada de la primera: más pausada, menos sorprendente, igual de bien ligada. Con el torero echado para adelante y por delante tocando todas las veces.

Esas dos tandas fueron la gala mayor, porque Iván no acabó de tomarle la medida al toro por el pitón izquierdo. Lo vació y tocó por fuera. Ni insistió. Cuando volvió a la mano diestra, se encontró menos toro que antes. Con las distancias reducidas, el toro, ya gastado, quiso menos. Los cuatro pases a pies juntos con los que Iván dejó igualado al toro y la notable estocada cobrada al segundo viaje levantaron los ánimos. Se premió con una oreja la cosa toda: las facultades del torero, su sinceridad, su seguridad, su audacia. Y la temperatura que puso el toro.

Como el sexto salió difícil, los méritos sumaron de otra manera, pero contaron tanto o más. Imponían las hechuras del toro, su cuajo, su cara. Más todavía su conducta, porque fue de oleadas y arreones. Manso de los que atacan al huir. Bravucón, agresivo e incierto. Sin haberlo tocado nadie antes, Iván salió a fijarlo con lances de estupenda decisión. Un manojo de ocho capotazos poderosos templó algo al toro antes de una nueva sacudida. Del caballo salió el toro rabiando, estuvo a punto de comerse en un regate a Fernando Galindo, que lidiaba, y en banderillas hizo hilo y sacó su genio. Iván podría haber optado por faena de castigo y no se esperaba otra cosa, y hasta hubiera sido la mejor baza, Pero tuvo Iván el gesto de darle al toro ventajas. La faena se libró a varios asaltos. Iván tuvo que esgrimir más de un hachazo. Por la mano derecha pudo el torero. Por la izquierda no. Pero ganó el combate Iván, que, además, cobró estocada de extraordinario arrojo.

De menos a más

Uceda Leal toreó con ritmo seguro y ligero al primer palha, que duró lo justo y acabó saliendo algo perdido de los embroques. El cuarto, con hechuras de la procedencia Baltasar Ibán de la ganadería, fue toro de menos a más. Tras barbear de salida y amenazar con gazapear y aspearse, vino a tomar la muleta por abajo con buen temple. Sólo por la mano izquierda. Uceda lo vio claro, se puso, tiró del toro, vació por abajo con categoría y toreó con gusto clásico y autoridad. Pero sobrevino el infortunio: al rematar una tanda, una banderilla suelta se le clavó en el muslo. Y no pudo acabar.

A Sergio Martínez, que salió encorsetado por la responsabilidad del debut en Sevilla, le vino grande la prueba. Destemplado y despegado con un segundo muy bondadoso; desacoplado con un quinto mucho más complicado pero no imposible. Firme, voluntarioso el torero de Albacete, inseguro también. Salida antes de tiempo.



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