Me levanto y ya tengo estrés. Me voy al trabajo y me tiro horas hablando con unos y otros de los problemas que hay en la ciudad y denunciando en los papeles tratos injustos, despidos, cierres de industrias, crecimiento del paro, políticas comunitarias que hieren de muerte a nuestra agricultura... un panorama. ¿De verdad no hay buenas noticias en Jerez?

Como el día esté nublado me da la jaqueca y me tomo tres cafés para que no se pare el motor. No se me puede olvidar hacer la compra, aunque luego salga indignada por lo poco que pesan mis bolsas pese a que me he dejado un buen pico en la caja. De vez en cuando también debería pararme a llamar a la familia, que desde Málaga me manda señales para recordarme que existe. Ando de un lado para otro trabajando, viviendo y, para mi desgracia, gastando más dinero del que me gustaría (y eso que no recuerdo la última vez que me fui al cine).

Pero a veces me paro y se me agolpan un montón de ideas en la cabeza. Y me fastidia que se venda la idea de que en una provincia como ésta es «lógico» que se produzcan fraudes a la Seguridad Social, y que paguemos todos los días precios abusivos (ayer mismo lo denunciaban COAG y los consumidores) por productos que son básicos, y que la Junta de Andalucía apruebe una ley que da por hecho que todos los propietarios de VPO somos unos especuladores que sólo queremos ganar dinero mientras que la renta libre siguen encareciéndose sin que nadie le ponga freno.

Cuando me tomo esos respiros pienso, no sin cierta ironía, que hay muchos ladrones sueltos.