Gala Évora llega a la plaza Benavente vestida de chica normal, pisando en firme, con el pelo suelto, negro y rizado, como era Lola. Entra en la sala del centro de barrio, camerino improvisado, y a los diez minutos baja por la calle siendo Lola Flores.

A las puertas del palacio, que ejerce de hotel de lujo, se agolpan los figurantes: botones, señoritas del servicio, clientes altivos, gente de calle. La escena recrea un momento crucial en la vida de la artista jerezana: la primera vez que fue seleccionada en una prueba colectiva para intervenir en un espectáculo. La acompaña Ana Fernández, su madre en la ficción. Detrás dejan una larga cola de aspirantes decepcionadas: mujeres que, como Lola, querían dedicarse al cante, al baile, o a la interpretación.

El director, Miguel Hermoso, les exige «tristeza en la expresión», y las extras, caracterizadas del gris de la posguerra, cumplen a rajatabla: abandonan el supuesto hotel con gesto de amargura. Fuera, un hombre espera noticias. Lola se le echa en brazos gritando de alegría: «¿Me han cogido!».

Éstas han sido las primeras escenas de la película sobre La Faraona rodadas en Jerez, aunque el trabajo del equipo en la ciudad se prolongará durante diez días, aproximadamente. El director había manifestado su «profunda alegría por rodar en la ciudad donde nació Lola como artista, una ciudad que es una leyenda a nivel artístico, y muchas de cuyas calles mantienen casi la misma fisionomía que cuando Lola paseaba por sus calles».

En los próximos días, la intención del equipo es filmar escenas de la infancia de Lola Flores, para lo cual se recreará la taberna regentada por su padre en la que dio sus primeros pasos en el cante y en el baile. Es posible que, salvo un pequeño paréntesis para grabar una escena suelta en Sevilla, la cinta se finalice en la ciudad el día 26.

Jerez ha acogido con gran expectación el rodaje de la película, como demuestra el hecho de que más de 500 personas se presentaran en su momento a la selección de figurantes.