Mustaphá Riga, jugador ghanés del Levante, se reencontró el domingo con la titularidad y el gol, pero también con todo el protagonismo perdido dentro de un equipo tan intermitente como él, en ocasiones brillante y otras obtuso.
De hecho, las mejores rachas del equipo casi siempre han coincidido con un buen momento del delantero africano, una racha que parecía no tener fin cuando mucho antes del fin de la primer vuelta Riga ya contaba con nueve tantos en su casillero particular.
Sin embargo, cuándo su inspiración empezó a apagarse, tras el partido de Valladolid (3-3) el equipo comenzó a perder mordiente, y si bien ganó consistencia defensiva, pronto empezó a alarmar la tan comentada «falta de gol».
La máquina Riga perdió paulatinamente puntería, un trauma por el que suelen pasar todos los hombres de ataque a lo largo de la temporada, sin que ningún otro delantero del equipo pudiese o acertase a suplirle con garantías.
Alternativa de Carmelo
Sin Riga sobre el césped, la responsabilidad ofensiva del equipo recayó en multitud de ocasiones sobre Carmelo González, un media punta diestro reconvertido a extremo izquierdo, o bien sobre Juan Manuel Gómez, Juanma, un jugador a quien las lesiones no han respetado en absoluto en la presente campaña.
Con la confianza bien engrasada con el decisivo tanto del domingo, Mustaphá Riga puede convertirse en el revulsivo que buscaba el equipo para reencontrarse con la victoria y poder encarar el último tramo de campeonato con algunas garantías de conseguir el ascenso.
Sin embargo, la presencia de Riga sobre el campo es también, en ocasiones, un riesgo, quizá ese del que habló el presidente del club, Pedro Villarroel, tras la derrota ante el Almería (2-4), ya que no se prodiga demasiado en defensa ni atiende a sistemas ni estrategias.
No cabe duda de que es precisamente esa anarquía, es la que le ha condenado al banquillo durante diez jornadas consecutivas, aunque quizá ahora a José Manuel Esnal, Mané, ya no le quede tiempo para castigos ni reprimendas.
El caso de Riga, aunque es el más sangrante, no es el único dentro del vestuario levantinista, puesto que algo muy similar le sucedió al extremo zurdo francés Laurent Courtois.
La llegada del técnico vizcaíno le condenó al ostracismo sin que nadie entendiese muy bien los motivos y con el agravante de que, en esta plantilla, no hay más delanteros zurdos que él.
Recientemente se le escuchó decir a Mané que él había llegado al Levante por su trayectoria y convicciones futbolísticas, y que si se marchaba sería por este mismo motivo.
Rectificación
Sin embargo, la alineación del pasado domingo, y más aún con un Javier Rodríguez fuera de la convocatoria, parece a todas luces una rectificación en toda regla.
A pesar de todas sus decisiones anteriores, Mané nunca encontró mejor alianza dentro del vestuario que la del ghanés, ya que si bien no parece comulgar con su juego imprevisible, resulta innegable que es el hombre más peligroso y explosivo del equipo.
A nueve jornadas del final del campeonato, Mustapha Riga podrá convertirse en héroe o en villano, puesto que suele acertar tantas ocasiones como las que falla en cada encuentro, aunque el error más caro de todos los posibles sería relegarle de nuevo a un papel secundario.