El padre mercedario Felipe Ortuno comentaba ayer entre sus fieles, tras la misa de las 20.15, que ya le toca volver a la realidad después de vivir una Semana Santa tan especial como la que acabamos de dejar atrás. Su pregón no pudo ser mejor prólogo para esta representación en la calle de la Pasión y Muerte de Jesucristo que es la Semana Mayor. A Felipe, al padre Felipe, se le ve satisfecho, contento de que Jerez recibiera de tan buena gana su pregón y su interpretación de la vida cofrade en la ciudad. A las felicitaciones que recibió tras bajarse del escenario del Villamarta, a las que habrá recogido entre el Domingo de Ramos y el Viernes Santo, se une ahora la nuestra. Y ya no por su pregón, que también, sino por el espíritu, la bondad y la esperanza que contagia un hombre que ha sabido meterse a Jerez en el bolsillo. La Semana Santa ha pasado, los pasos se han recogido y la gente ha vuelto a sus casas. El padre Felipe sigue allí, en La Merced, con los brazos abiertos.