Cuando Lucas Alcaraz afirmaba que había llegado la hora de disfrutar, no debía referirse a partidos como el que jugaron en Lorca, pues salvo un momento puntual, los gestos de los xerecistas parecían más bien de sufrimiento, pues no fue poco lo que se pasó en el Artés Carrasco para sacar un punto que, eso sí, podría tener muchísimo valor de cara al tramo final de campaña.
El esquema era el mismo que había revolucionado los últimos resultados y defensivamente, el equipo desprendía seguridad. Las líneas estaban muy retrasadas y el Lorca se plantaba fácil en la frontal del área que defendía Tete. Era entonces cuando comenzaban los problemas para los hombres de Emery, que se veían incapaces de superar el muro de contención ideado por Lucas Alcaraz. Parecía arriesgado, pero ni los laterales azulinos sacaban el culo de la cara del guardameta xerecista. Las continuas incorporaciones, sobre todo por el ataque izquierdo de Fernando Vega, intentaban ser frenadas por De Coz, al que ni se le pasaba por la cabeza sumarse al ataque.
Ramos, probando por la vía directa, chutó varias veces desde fuera del área, pero las paradas de Tete en unas ocasiones y la falta de puntería del centrocampista del Lorca en otras, impidió que los locales se adelantaran en el marcador.
El ataque azulino no era muy fluido pese al continuo intercambio de posiciones de sus tres hombres más adelantados. La principal premisa era contener el ataque rival y lo que pudiera llegar bienvenido sería. Con la calidad, el ingenio y la velocidad de Camuñas, Granero y Geijo algo caería. Primero el zurdo madrileño mandó el cuero al palo desde la esquina, minutos después Camuñas le pegó dentro del área para que Jauregui la mandara a saque de esquina, y a la tercera, Geijo consiguió el gol. Un centro desde la izquierda, de Mendoza fue cabeceado por el hispanosuizo. Su remate fue al poste, pero el rechace le volvió a caer al punta azulino que a la segunda no falló.
El gol no cambió la filosofía de juego del conjunto jerezano, pero sí enrrabietó aún más a los pimentoneros. Xavi Moro se puso al volante y metió a sus compañeros en las narices de Tete. El medio centro blanquiazul bajaba a recibir de sus centrales para depositar el esférico de forma veloz en zona de peligro.
Tete tuvo que intervenir de manera decisiva en algún que otro remate, pues los de Unai Emery legaban con más peligro que nunca. Pendín y Castaño lo daban todo pero no abarcaban para frenar las llegadas lorquinas, ya que se suman muchos efectivos a campo xerecista.
Avalancha local
La segunda mitad arrancó con un aluvión lorquino. Durante los primeros diez minutos los de Alcaraz no sólo no eran capaces de cruzar la línea central del terreno de juego, sino que apenas se veía con fuerzas para mantener la posesión de balón. El grado de intensidad era incomparable y se vio reflejado con un gran derechazo de Maldonado. El interior le pegó con rosca de fuera a dentro desde el lateral de la banda, y Tete no pudo detener el zapatazo. Sólo era el chaparrón inicial. El vendaval lorquino no cesaría.
Las llegadas a la portería azulina se sucedían. Por el centro, por las bandas, los desdobles de los laterales, los apoyos de Sava o las dinámicas incorporaciones de Xavi Moro, contrastaban como la noche y el día con los trotantes ataques azulinos. Pedro Ríos, Camuñas o Castaño subían andando y mirando hacia atrás porque eran muy pocos los compañeros que llegaban con ellos. Geijo, incapaz de sacarse la dura marca de los centrales apenas podía rozar la bola sin comenzar a sentir la respiración de Robles y Berruet en la nuca, y así pocas ocasiones llegaban. Los xerecistas tenían suficiente con intentar mantener el paraguas abierto y no mojarse más de la cuenta. El cansancio de los de Emery y el paso de los minutos despejaban los nubarrones y poco a poco los azulinos se sacudían para secarse y valorar el punto que se llevaban de Lorca. Durante unos cuantos minutos volvieron a entrar en la zona de ascenso a Primera División pero de momento, ese privilegio habrá que dejarlo para un poco más adelante, que realmente es cuando vale.