Como todo el mundo sabe, estas son las palabras que Martin Luther King grabó para siempre en el subconsciente colectivo con su histórico discurso de agosto del 63 en Washington. El pobre King soñó tanto que lo mataron, lo cual demuestra que aunque tener sueños sea gratis, tratar de hacerlos realidad puede salir bastante caro. Ya lo ven, la peor amenaza para algunos es que apaguemos la tele y nos levantemos del sofá; les aterra que pensemos. Así pues, aunque sea un deporte de alto riesgo, yo también tengo sueños. Unos son ridículos por imposibles, como un mundo sin dictadores ni gente que defienda a algunos de ellos agitando banderas rojas. Otros, quizá, son alucinaciones improbables, como el sueño de que España consiga sobrevivir a la brigada de demolición socialista que la está asesinando. Y algunos hay que, directamente, se podrían atribuir al que se cayó de un guindo, como que mi tierra, bella y trágica Andalucía, deje de ser la mascota-chirigota que nadie respeta y que sólo es imparable en paro y corrupción.

¿Y para mi pueblo? Para él tengo sueños también, fantasías que huelen a libertad en un lugar en el que siempre se habla del futuro para ocultar que no existe el presente. Sin embargo, empieza a soplar una brisa que despierta a la ciudad del sopor infecto que la envuelve desde los tiempos de la Creación (Y dijo Pacheco: «Hágase Jerez »), y en mi sueño esa brisa la soplan, como Eolos de papel que se obligan mutuamente a ser cada día mejores, una voz recién nacida llena de ilusión y otra veinteañera llena de experiencia. Sucede, no obstante, que los sueños de unos son las pesadillas de otros, y en mis delirios no faltan políticos vulgares que se ven obligados a respetar y servir a los jerezanos en lugar de despreciarlos y servirse de ellos, porque el número de personas honestas y bien informadas alcanzará una masa crítica que hará inevitable la reacción en cadena. Reacción que será, esta sí, imparable. Y aunque a los no-borregos que se salgan del rebaño les azuzarán a los perros de presa mientras sean pocos, será inútil: no podrán engañarnos, corrompernos o destruirnos a todos. Al menos no en mis sueños.

Pero ya es de día, toca dejar de soñar, levantarse y afrontar la realidad: nuestra ciudad es una guapa adolescente que está arruinando su vida por salir en la pandilla del chulo abusón y su interesada novia repipi. Jerez necesita urgentemente que alguien le de una bofetada y le grite: «¿ESPABILA DE UNA VEZ!». En la parte que me toca, aquí estaré cada domingo, bien despierto, gritando tanto como pueda.



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