Antiguamente, el poseer dos órganos en un mismo templo religioso era señal del gran rango del que gozaba dicho centro eclesiástico. Pero, a pesar de esta distinción, los dos del siglo XVIII que alberga la Iglesia Mayor Prioral no funcionan. El Maestro Dueñas sería el último en poder disfrutar de sus notas cuando los tocará por última vez, allá por los años 60. «Es una pena que no se pueda devolver ese esplendor a la Prioral», afirma Diego Valle.

El mismo mutismo acompaña a las campanas. «Habría que mejorarlas y actualizarlas. No suena ninguna», explica el párroco.

Aún así la Iglesia Prioral goza de la gran aceptación de sus fieles. Al año se pueden celebrar 120 bodas, 115 bautizos y unos cien entierros en sus altares. Por algo será.