El pasado lunes 13 de enero, durante la inspección de la finca a la que procedieron los agentes del Seprona, apareció el cadáver de una perra muerta, pero como no se disponía del equipo necesario, se decide levantar el cuerpo al día siguiente. Sin embargo, cuando, ya dotados con el material idóneo, los agentes regresan a la zona, se comprueba que el cadáver había «desaparecido» del lugar de los hechos. No es hasta el miércoles 15 de febrero cuando aparece, en un paraje distante de donde fue localizado en un primer momento, y con aspecto «parcialmente carbonizado». El equipo especialista del Seprona la encontró en el paraje conocido como Campanero, y entiende que «se le había dado instrucciones a uno de los empleados para que procediera a la eliminación del cadáver» de animal.