Todo sistema es bueno si se acaba ganando». Un argumento simple, pero totalmente contundente, el que comentaba Alcaraz, para soportar su nuevo esquema. Alicante supuso un punto de inflexión, tanto para acabar con la racha negativa, como para la manera de jugar de un equipo que ha recuperado la alegría.
Tres centrales; dos carrileros con mucha llegada; dos pivotes; un par de interiores que tienden a la media punta y un delantero centro han dejado obsoletos el hasta ahora habitual 4-2-3-1. Ahora los centrales están más apretados pero tienen más libertad para sacar la pelota jugando en corto. Los laterales han ganado bastantes metros y mucha presencia en el área rival. Los medios centro no han cambiado demasiado. Se tiende a salir por las bandas, donde los laterales intentan contactar con los interiores -que ahora más que nunca parecen medias puntas-, y Geijo sigue realizando la misma función. Los cambios no se han quedado en el sistema. Los hombres que saltan al terreno de juego de inicio también han variado. Nombres sagrados como los de Julio Iglesias o Pedro Ríos ya no aparecen en el once titular.