-¿Qué le hizo decantarse por el voleibol y no por otro deporte?
-No fue ningún detalle concreto, simplemente me enganchó. Antes jugaba en un equipo de fútbol mixto.
-¿Porqué abandonó el fútbol?
-Mi entrenador se puso enfermo y tuvimos que dejar el equipo a mitad de temporada. Como era muy inquieta, un día me pasé por el polideportivo y vi a unos amigos jugar al voleibol.
-¿Ellos fueron los qué la iniciaron en el voleibol?
-Exactamente. Me animaron a que me inscribiera en el C. V. Jerez que entrenaba en un colegio de la Granja.
-¿Cuánto tiempo ha pasado desde entonces?
-De aquello hace tres años. Yo comencé con once y me gustó tanto esta disciplina que con el paso del tiempo he llegado incluso a ser entrenadora.
-¿Se ha preparado para ello?
-Uno de mis primeros entrenadores me aconsejó que me sacara los carnés. En primer lugar, aprobé el examen para entrenar desde alevines hasta cadetes, y posteriormente conseguí el carné para dirigir de juveniles a seniors.
-¿Piensa continuar preparándose como entrenadora?
-Sí, pero a largo plazo. Me queda el carné de Nacional.
-¿Cómo le va la temporada?
-Ahora estoy lesionada. Llevo dos meses apartada de las pistas debido a una lesión que me produje hace tres años.
-¿Cómo se dañó?
-Fue muy extraño. En un salto para rematar noté dolor al caer. Me dañé el menisco. No tiene mucha explicación, pero noté como si el hueso se saliera y volviera a colocarse.
-¿Entonces, ahora está volcada en la faceta de entrenadora?
-Exactamente. No me queda otra porque no puedo entrenar.
-¿Qué le llena más?
-Es difícil elegir. Jugar y entrenar me gustan por igual, pues ambas cosas me hacen disfrutar mucho.
-¿Y qué le hace sufrir más?
-Sin duda el banquillo. Siento mucha impotencia, pues es algo que yo no puedo solucionar directamente.
-¿Le cuesta mucho trasladar sus conocimientos?
-Es muy difícil, sobre todo en los partidos, pero cuando lo hacen bien o realizan correctamente una jugada, me siento muy realizada.