Con el resultado más apretado de los anales de la República, la coalición de centroizquierda encabezada por Romano Prodi, La Unión, ha ganado las elecciones legislativas en Italia y, en principio, puesto fin a la larga legislatura dominada por el centroderecha a través de la coalición Casa de las Libertades, de la que era motor Silvio Berlusconi. El temperamento del presidente del Consejo saliente, su condición de inventor del partido eje de la Casa, Forza Italia, y su decisión de cargar sobre sus espaldas todo el peso de la campaña electoral habían derivado la jornada hacia una suerte de referéndum sobre su conducta política y aún personal. Y en base a esas premisas, el resultado sólo puede interpretarse más como una derrota del Cavaliere que como una victoria de Prodi, Il Professore.
Berlusconi tuvo el mérito incuestionable de haber sido capaz de reordenar el espacio conservador, juntando a liberales, cristianodemócratas, nacionalistas, regionalistas y posfascistas, en el ambiente oscilante que siguió a la refundación de la República tras la implosión de la Democracia Cristiana y el Partido Comunista. Pero su campaña basada en el descrédito total de su oponente y su descalificación de los posibles votantes de Prodi han terminado por decantar el voto de los indecisos hacia la Unión. El público, que votó masivamente, no se ha sentido seducido esta vez por las ocurrencias de su presidente y está por ver si la primera fortuna de Italia seguirá en la brecha política desde la dura oposición; por el momento, Berlusconi se ha negado a reconocer la victoria de su ponente y ha denunciado «irregularidades» en el decisivo voto de los emigrantes, aunque dejando caer, igualmente, que una solución a la alemana es posible
Lo cierto es que Italia necesita imperiosamente salir del estancamiento económico -crecimiento cero y déficit presupuestario de 4 puntos del PIB- en el que se encuentra. Y para ello, el sobrio profesor de economía y ex presidente de la Comisión Europea, que consiguió reorganizar una oposición atomizada que ahora aglutina desde los católicos moderados hasta los comunistas, cuenta casi exclusivamente con su reputación de político honrado. La condición sumamente heterogénea de la Unión que representa, su mayoría exigua en el Senado y el hecho de que él no sea líder de un partido fuerte, van a hacer que la supervivencia de un Ejecutivo de cuño propio y el cumplimiento de su ambicioso programa sean un verdadero milagro diario.