toros en jerez
Tres orejas para Padilla que abre la puerta grande
Morante y Manzanares fallas con los aceros frente a una corrida muy justa de Núñez del Cuvillo
![Tres orejas para Padilla que abre la puerta grande](http://static.lavozdigital.es/Media/201505/16/padilla--644x362.jpg)
Tarde de feria, de toros y expectación. Al reclamo de las tres figuras anunciadas, la afición volvía a congregarse de forma masiva en los tendidos de la plaza con la palpitante avidez de vivir grandiosas e imprevisibles sensaciones. Porque el hombre aún posee una extraña sed de emoción y de belleza que sólo la fiesta de los toros, cuando se muestra en toda su plenitud de verdad y de pureza, puede saciar. Por desgracia, el nivel de casta ofrecido por las reses de Núñez del Cuvillo no permitió, en esta ocasión, excesivas grandezas. Pero, al menos,el público se divirtió y pudo saborear pasajes interesantes.
Abría cartel el diestro local Juan José Padilla, que recibió con verónicas a pies juntos al bonito melocotón que inauguraba el festejo. Tras recibir un leve puyazo volvió al capote del jerezano, quien dibujó un luminoso y variado quite por chicuelinas y tafalleras. Tanto a éste como al cuarto de la suelta los banderilleó Padilla con variedad y ortodoxia. Aunque falto de fuerzas y de poder fue este primero un toro bravo, pronto y noble, lo que posibilitó que el jerezano no dudara en plantarse de hinojos en los medios y verificar así la primera serie de muletazos. Ya en posición erguida, se sucedieron tandas de derechazos y naturales en los que se advirtió que faltaba toro que transmitiera lo suficiente para que pudiera cuajar la típica faena de poderío y arrebato, al tiempo que se echó en falta en los muletazos un mayor grado de profundidad y sosiego para que se rozasen cotas de excelsitud. Mató de gran estocada y le dieron una oreja. Lo que contrasta con el doble trofeo conseguido tras despachar al cuarto de un espadazo desprendido y defectuoso. Ejemplar al que había saludado con larga cambiada y con el que, franela en mano, desplegó una labor dilatada y desigual en la que exprimió hasta la última acometida que el desrazado burel le brindó.
La embestida corta y áspera del segundo de la tarde no permitió a Morante estirarse a la verónica en los capotazos de recibo, aunque sí se lució en un mecido quite por verónicas a media altura, fugaz acontecimiento que inundó la plaza del primer clamor unánime de la tarde. Ante la sosería y descastamiento del animal, el trasteo de muleta consistió en un proceso continuado de intentos de ligazón y probaturas, que sólo adquirió relieve en puntuales chasquidos de su personal y acrisolada torería. Circunstancia muy parecida le ocurrió con el quinto, otro colorado noblón pero ayuno de raza y recorrido en sus embestidas. Al menos con éste, el goteo de excelsitudes resultó algo más continuado y la faena fue creciendo en intensidad y en episodios de arte e inspiración: algún derechazo suelto, la cadencia de dos naturales relajados y ligados, la frescura de un trincherazo inesperado...Todo ello posibilitado porque Morante, amén de reconocido torero artista, posee también el pundonor y el andamiaje técnico necesario para plasmar con sus volubles enemigos el dictado imprevisible de su inspiración. El mal uso de los aceros le privaría, en esta ocasión, del triunfo.
Se hizo presente Manzanares con un impoluto terno catafalco y azabache, con el que, al parecer, piensa cumplir un prolongado, y ya casi anacrónico luto por el fallecimiento de su padre, ocurrido tristemente unos meses atrás. Con sus dos toros se estiró con cadencia y garbo a la verónica y a sus dos toros, también , se les simuló la suerte de varas. Con sus oponentes, pues, casi sin picar, y aprovechando sus óptimas cualidades de repetición, nobleza y boyantía, el alicantino pudo recrearse en sendas faenas macizas y rotundas, esas que ya tan habituales resultan en él. Trasteos limpios, sobrios, académicos, pero poco profundos. Basados en tandas espaciadas de toreo en redondo, pues las series al natural no pasan de constituir un breve y obligado ensayo, que destellan cierto atisbo de plasticidad pero que en ocasiones se antojan ayunas de ceñimiento y escasas de hondura. En esta ocasión, el fallo a espadas con el sexto le privaría de la puerta grande.
FICHA:
TOROS: Se lidiaron seis ejemplares de Núñez del Cuvillo, justos de presencia, nobles y escasos de casta y de fuerzas.
Juan José Padilla, de grana y oro: Oreja y dos orejas.
Morante de La Puebla, de corinto y oro: Palmas tras aviso y ovación tras aviso.
José María Manzanares, de catafalco y azabache: Oreja y saludos.
Plaza de toros de Jerez. Casi lleno en tarde agradable.