La almadraba de Barbate teme perder la campaña por la dureza de la inspección
La empresa asegura que tendrá que cerrar las piscinas de acuicultura si se mantienen las trabas
Actualizado:La almadraba de Barbate no aguanta más y ha exigido públicamente a la Inspección Pesquera que le ofrezca más flexibilidad para poder continuar con la campaña. En una rueda de prensa convocada casi de urgencia, su gerente Pedro Muñoz ha exigido que se tengan en cuenta las particularidades de su modelo, que resulta incompatible con los requerimientos de los inspectores.
Señala que «a día de hoy la almadraba está parada porque no se han documentado los ejemplares que tenemos dentro de las piscinas de acuicultura». Desde el pasado 28 de abril hay alrededor de 4.000 ejemplares en estas instalaciones que se están engordando, pero que no han recibido el visto bueno de la inspección, lo que impide que se pueda continuar con la campaña.
Es precisamente este modelo el que se ha visto afectado por las exigencias de la Inspección, no el de la pesca tradicional de la levantá que realiza el resto de las almadrabas. Esas exigencias a las que se refiere el gerente son la obligación de tener que pescar a mediodía, con el agua clara y una vez terminado el recuento. Pero las condiciones que se dan en el Estrecho son muy distintas, hay que esperar a que se den las mareas, no se puede predecir cuándo estará el agua clara y es importante respetar el tiempo del paso de los atunes por la ruta, «porque no están ahí siempre», asegura.
El problema no es nuevo, reconoce Muñoz, que dice haber sufrido la presión de los inspectores en cada campaña, pero la diferencia es que, siempre según su versión, «este año nos prometieron más flexibilidad para poder trabajar» y por eso se ha asumido una importante inversión para la compra de cuota de atún rojo a otras pesquerías. El desembolso ha supuesto más de siete millones de euros para hacerse con los permisos de pesca de atún rojo de cofradías del País Vasco, Cantabria y Cataluña.
Mantener este pulso puede tener unas consecuencias «terribles», reconoce el empresario, que llega a hablar incluso de la posibilidad de cerrar las piscinas de acuicultura y dedicarse a la pesca artesanal simplemente, «lo que no da la rentabilidad suficiente y nos obligaría a reducir los empleos que creamos». Muñoz calcula que la almadraba y el mantenimiento de las instalaciones da trabajo a alrededor de 200 personas, con lo que se perdería más de la mitad de esos puestos.
También lamenta que se apliquen a su modelo los mismos criterios que a las jaulas de engorde del Mediterráneo, que se pueden trasladas y sacar del agua para realizar el recuento. «Parece que es más fácil impedir que nosotros pesquemos a explicar ante los inspectores comunitarios que las cosas aquí son diferentes», considera. En todo caso, asegura que lo que queda de campaña son apenas unas semanas y es necesario aprovecharla al máximo para poder pescar toda la cuota que se ha adquirido.